domingo, 24 noviembre 2024
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Lo matan por la camioneta

Gabriel Grisanti  | LA PRENSA.- El señor José Russo, de 46 años, andaba con su esposa y un electricista de confianza que le estaba realizando un trabajo en su camioneta azul marca Ford, modelo F-150.

Tenían planeado dejar al trabajador en su casa, cerca del parque de atracciones Chicolandia, por la avenida La Salle con avenida Corpahuaico y después retornar a su hogar.

Justo después que dejan al electricista, dos jóvenes armados someten a la pareja y se montan en la camioneta obligando a José Russo a tomar un rumbo errático; según su esposa, en el interior del vehículo, los tipos le expresaban de forma amenazante: “Sigue dándole que los vamos a llevar para un galpón y allí los vamos a torturar”.

Con esa presión, pretendían obligar a Russo a indicarles dónde podían desactivar el localizador GPS.

En ese momento de tensión, una patrulla de la Policía Nacional Bolivariana que se había percatado aparentemente de la situación, se le pegó atrás a la Ford modelo F-150 con la sirena encendida.

Eso hizo que los delincuentes se pusieran más nerviosos y siguieran aplicándole el psicoterror a sus víctimas durante el rapto.

A pesar de ello, José Russo seguía las indicaciones de los choros. Cuando él intenta desviarse por el canal de servicio de la avenida Florencio Jiménez con la calle 5 que conduce hacia la comunidad de Santa Isabel, aún teniendo la patrulla atrás, uno de los malandros intenta tomar el volante para torcer la ruta y en ese instante impactan contra un portón lateral de la Panadería del Oeste.

Los raptores bajan a José y a su esposa abruptamente de la camioneta. Arrodillada y apuntada, ella le pedía a los tipos que no le hicieran daño, pero uno de ellos sin contemplación le disparó tres veces.

Se montaron en la Ford F-150 y arrancaron del sitio. Según algunos habitantes de la zona, a ellos no les importó al arrancar tallarle las ruedas del vehículo en la espalda.

Hubo quienes rumoraban que los delincuentes en su huida volcaron cerca de un puente de la comunidad San Francisco; sin embargo, eso anoche no fue confirmado.

La viuda de José Russo (46) no se separaba del cuerpo que yacía sobre el pavimento. Debajo de su cabeza, se notaba el espeso charco de sangre.

Mientras frotaba su cuerpo como quien intenta revivir a alguien, la dama expresaba en medio de su angustia que le había insistido antes de lo ocurrido que regresaran pronto a su casa, pues a José le tocaba hoy en la mañana un chequeo médico.

El fallecido tenía un taller de tornería en la ciudad de Guanare, estado Portuguesa.

A la escena del crimen llegaron los hijos del infortunado con el corazón destrozado, preguntándose una y otra vez el por qué le había pasado algo así.

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