Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Álvaro Camacho Mujica, un preso de la comandancia de Polilara, vive como si estuviera en un campo de concentración Nazi. Acostado en uno de los calabozos se ve cadavérico. Se lo notan las costillas, la clavícula, los huesos de la cara y el short que carga puesto lo tiene amarrado con un moño.
Le dictaron sentencia de 12 años de prisión a cumplir en la cárcel de Uribana, pero lleva tres años detenido en “La 30”.
Como él, hay más presos en esta condición, es decir, les dictan sentencia y un juez los envía a un centro penitenciario, pero cuando llegan les dicen en la entrada: “Aquí no hay cupo, no hay espacio”, entonces los policías los llevan devuelta a la comandancia.
Un reo se comunicó telefónicamente con La Prensa e indicó que ellos ruegan por el traslado a la cárcel. Piensa que en Uribana o Fénix hay más posibilidades de vivir.
“En Uribana uno puede trabajar, estudiar y hacer actividades que le reduzcan la pena. Además te garantizan, aunque sea, un plato de comida”, expresa.
Este hombre revela que los presos se mueren de hambre porque algunos familiares no pueden llevarles comida y en la comandancia no tienen recursos.
Un cupo
Detalla el reo que se rumora en los pasillos de “La 30”, que a los presos sentenciados les piden hasta 500 mil bolívares para optar a un cupo en Uribana o Fénix. Si pagan esa cantidad los ingresan sin complicación para que paguen su condena. Además deben llevar un “kit” que es el uniforme más artículos personales.
El subdirector de Polilara, Argenis Montero, niega que exista la posibilidad de la venta de un “pase” al penal. Lo que afirma es que los detenidos están en condiciones inhumanas, por los retardos procesales y falta de espacio en las cárceles.