Ana León | LA PRENSA.- Usan las redes sociales para vender su cuerpo a cambio de ropa o dinero. Esta es la realidad por la que atraviesan muchas adolescentes larenses, cuyas edades oscilan entre 15 y 19 años, quienes ante la crisis captan clientes a través de whatsapps, Facebook, Instagram o Twitter para hacer favores sexuales a personas de su misma edad o mayores que ellas.
Una vez que los clientes las ubican a través de las redes, establecen un sitio y una hora para verse, que en su mayoría es durante el horario de clases para evitar ser descubiertas por sus padres.
Por favores sexuales la mayoría de estas jóvenes piden ropa, calzado, productos de primera necesidad o dinero en efectivo. Según testimonios de adolescentes prostitutas, los clientes fijan como lugar su casa, en donde no sólo hay actividad sexual, sino que además incursionan en otros vicios como las drogas o el alcohol. Luego del encuentro, las adolescentes vuelven al plantel y después a su casa y nadie se entera de lo sucedido.
Gerardo Pastrán, presidente del Proyecto Juvenil Misionero (Projumi) explica que estas conductas asumidas por adolescentes se debe a que la mayoría presenta una situación económica precaria que las obliga a vender su cuerpo como una manera rápida y fácil de ganar dinero u obtener comida o ropa. Otras, sin embargo, lo hacen como una forma de sentirse deseadas y amadas pues buscan cubrir una necesidad más afectiva que material.
En ambos casos las muchachas están en plena vulnerabilidad y el consumo de drogas y alcohol se convierte en una tentación inevitable. ‘La prostitución en muchas ocasiones lleva a las jóvenes a usar las drogas o el alcohol para olvidar que están haciendo cosas que atentan contra su moral o sus principios por una necesidad‘, explica Pastrán quien advierte que una vez se crea el vicio los daños pudieran ser irreversibles.
En este sentido, Pastrán exhorta a los padres a mantener un seguimiento de sus hijos, incluso en horas escolares, visitar la escuela y conversar con el docente para conocer el avance de los jóvenes en su proceso educativo.
“Los padres muchas veces no se enteran sino hasta finalizar el año escolar cuando llega la entrega de boletas y son informados de las constantes inasistencias. Al enfrentar a sus hijas descubren la triste realidad y es cuando comienza la búsqueda de ayuda a través de sicólogos e instituciones.
Muchos padres en medio de la desesperación acuden a la Fiscalía o cuerpos policiales donde son atendidos los casos pero sin la valoración sicológica, y en ocasiones se establece que el menor de edad debe ser recluido en una casa abrigo para su total recuperación.
Actualmente en Projumi se están tratando 17 casos de menores de edad en situación de prostitución, de las cuales cuatro han tenido que entrar en un proceso de desintoxicación o reinserción a la sociedad que siempre comienza por una valoración psicológica.
Según informó, ninguna de las 17 muchachas que son atendidas han sido ‘internadas‘ en una casa de abrigo o un centro de salud, pues no ha sido necesario gracias al apoyo brindado a través de los especialistas de Projumi cuya experiencia con pacientes de prostitución, drogas y alcohol es de unos 30 años.