Anaís Mendoza | LA PRENSA.- La señora Pastora Marlene Marchán, de 62 años, trata de disimular el dolor que tiene en todo su cuerpo. Parada en la casa de una vecina se le ve cómo los impactos de perdigón rompieron su piel. Son muchas marcas las que tiene. Su ojo izquierdo luce bastante rojo y en el párpado le impactó un balín que casi la deja ciega.
La mujer se sube la camisa y sin pena deja ver que no sólo su rostro fue la parte de su cuerpo que sufrió lesiones. “Me arde. Siento que me quema”, dice con voz baja mientras que frena las ganas de llorar. Su rostro refleja tristeza; asienta la cabeza y le da gracias a Dios de que está bien.
Ya son varias las noches de “guarimbas” en Barquisimeto, pero el martes fue la peor, recuerda Pastora. Comenta que a eso de las 7 y 30 de la noche, un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional se desplazaban en moto por la avenida Venezuela.
Luego de pasar por allí, los castrenses doblaron en la calle 28 con carrera 27. Un grupo de ellos trató de ingresar de forma violenta a la casa de la vecina de Pastora. Al ver que no podían meterse porque los residentes cerraron con rapidez la puerta, se fueron a la casa de la señora.
La humilde vivienda de paredes rosadas tiene una puerta que no pudo soportar las patadas que le dio un militar para tratar de entrar.
“Yo traté de cerrar la puerta porque estaba llegando de comprar una masa. Los vi cuando venían hasta aquí, cerré la puerta como pude, pero el guardia entró muy agresivo y me disparó sin motivo alguno”, relata Pastora.
“Yo caí al piso luego de que me disparara y en eso le grité al militar: “¿Qué es lo que buscan?”. En ese instante, el guardia dio unos pasos y luego le dio una patada a una de las puertas del cuarto”, siguió contando.
Una de las nietas de Pastora, también cuestionó la actuación de los castrenses, pero ella se vio interrumpida por otros funcionarios que le gritaban: “¿Dónde están los chamos? ¡Ustedes los están escondiendo aquí!”.
Ellos avanzaron hasta el patio de la casa, pero una de las hijas de Pastora les dijo que en la vivienda no había “guarimberos”, que se fueran porque los dos niños que estaban en la casa tenían miedo.
“¡Váyanse, qué les pasa, miren lo que han hecho!”, les gritó la mujer.
Pero el guardia se llevó detenido a su hijo, un estudiante de derecho de 19 años, al cual liberaron tres horas después.
Detalla otra hija de la señora que uno de los militares se volvió a meter en una de las habitaciones de la casa y se llevó una tablet Canaima.
Los vecinos también estaban asustados al observar la acción de los militares, quienes al marcharse se llevaron detenidos a dos chamos, uno de 18 años que reside en la calle 25, y que también dejaron libre horas más tarde. El otro detenido es un menor de 16 años que está desaparecido, según los habitantes.
A Pastora se la llevaron de emergencia al Hospital Central donde estuvo toda la noche recibiendo atención médica y en la mañana la dieron de alta.
En el corredor de la vivienda se veía el cartucho que soltó el fusil que disparó el guardia. Otra patada se ve en la pared.
La señora Pastora tiene miedo de que los militares lleguen a la casa otra vez. Por eso sostiene un rosario en sus manos. Acaricia al Cristo que está en la punta y explica: “Me gano la vida planchando y lavando ropa ajena, limpio casas y todos los viernes trabajo en una empresa limpiando, no sé por qué ese guardia me disparó”.