Eva Antonietta Gómez | LA PRENSA.- La escasez de dinero en efectivo, aumentos de pasaje y falta de transporte público hace que los representantes o padres no puedan llevar a sus hijos todos los días a clases.
Algunos representantes han optado por llevar a sus hijos a clases sólo cuando consiguen dinero en efectivo para pagar el pasaje.
Mery Gómez, directora de la Unidad Educativa Ayacucho, asegura que la deserción escolar ya no se acentúa tanto por la falta de comida, sino por la falta de dinero en efectivo para cancelar el pasaje, lo que hace que algunos niños asistan tres veces a la semana.
La directora señala que la cantidad de alumnos en las aulas varía, en ocasiones los padres “no tienen cómo moverse de sus casas”. En un promedio semanal se ha reducido un 30 por ciento la cantidad de estudiantes en esta institución.
Los docentes se las ingenian para que los niños no se pierdan ningún contenido ni las evaluaciones. Si un alumno falta porque no tenía para el pasaje los docentes le repiten el contenido y la evaluación, porque su prioridad es que aprendan. Según la directora, no pueden permitir que se pierda la calidad educativa.
La falta de efectivo para el transporte también ha afectado a los alumnos de otras instituciones, por ejemplo, la Unidad Educativa Héctor Castillo Reyes, donde se permite que los alumnos lleguen incluso con dos horas de retaso porque no pueden exigir a los padres más esfuerzo por la falta de transporte o la escasez de efectivo es un asunto que se escapa de sus manos.
El director de la institución, Ligni Lincon asegura que la deserción escolar no se ha sentido mucho porque se han inscrito al menos 50 estudiantes en los diferentes grados, a pesar de que 35 se retiraron porque se iban de Venezuela.
Asegura que las solicitudes para nuevos ingresos no dejan de llegar y quizás se debe a la ubicación tan céntrica del plantel.
Algunos padres se llevan a sus hijos caminando para no gastar en pasaje. Otros los llevan cuando consiguen, mientras que otros hacen un esfuerzo para que no pierdan clases.
“Yo vivo en El Cují y traigo a los niños como puedo, a las 5:30 de la mañana salimos, nos toca esperar un rato largo para luego pagar hasta 5 mil bolívares en pasaje”, confesó Ruth Pérez a la salida de la escuela Juan Tamayo, de la Ruezga.