Roselis de Leca | LA PRENSA.- La paralización del transporte interno por falta de cauchos y mantenimiento, sumado los altos precios de las rutas colectivas, son la principales causas de las inasistencias estudiantiles en las escuelas de niños especiales, en Barquisimeto, cuya cifra gira entre 40 y 50% de ausentismo.
“De una matrícula de 52 alumnos, vienen entre 25 y 35 niños, unas tres veces por semana”, comenta Dania Rodríguez, directora del Instituto Centroccidental Bolivariano de Audición y Lenguaje (Icoal), quien explica que la mayoría son provenientes de municipios foráneos como: Tamaca, Villa Crepuscular, Quíbor, Yaritagua, Sabana de Parra, entre otros, por lo que se les complica mucho más cubrir los gastos de movilización diaria por sus propios medios.
La misma situación se registra en la Unidad Educativa Especial Bolivariana María Meléndez de García, según Ana Valera, directora del plantel.
Autoridades de ambos institutos han solicitado al Ministerio de Educación que sean otorgados los insumos para poner operativas las unidades de transporte interno pues de esta manera se podría evitar el ausentismo, sin embargo están a la espera de respuesta.
Mientras tanto, los respresentantes hacen de tripas corazón para poder llevar a sus niños a clases. “Yo vivo en el kilómetro 12 vía Quíbor, debo agarrar mínimo tres buses. Mi esposo no tiene trabajo estable y diario debo disponer al menos de 10 mil bolívares para pasaje”, expresa Yumaira Medina, madre de un niño con discapacidad auditiva.
Representantes aseguran hacer todo lo posible para que sus hijos no pierdan clases, por lo que han llegado a acuerdos con los docentes para que sean más flexibles. “Yo hablé con la profesora, porque ahora agarro Transbarca que es más barato, pero por la cola a veces llegamos un poco tarde”, narra Lenny Lizardo, quien resalta la importancia de la educación de estos jóvenes con condiciones especiales.
A pesar que las inasistencias entorpecen o retrasan los procesos de enseñanzas, madres y docentes trabajan de la mano con la asignación de tareas para cubrir las faltas, “yo estoy muy pendiente de lo que les dan, o las tareas que mandan, para que el día que no lo pueda traer, lo refuerzo yo desde casa”, comenta Yanneth Ocanto, madre de un niño de ocho años.