Euseglimar González | LA PRENSA.- Con un alicate fue a robar y le dieron plomo. Reinaldo Antonio Rivero Yánez (21), conocido como “Nando” fue asesinado a tiros tras robar a un conductor en la cola del semáforo de la avenida Venezuela con Vargas.
Testigos cuentan que al mediodía en el sentido este-oeste de la avenida, un conductor de una camioneta Fortuner, color plata se paró en la cola que generaba el semáforo y aprovechó para comprarle fresas a los buhoneros de allí.
Detallan que el hombre al volante bajó el vidrio y negociaba con el vendedor, cuando justo en ese momento, supuestamente, apareció “Nando” y lo sometió con un alicate de presión para que entregara el celular.
El conductor no se opuso, pues entregó el teléfono, pero fue en ese instante que otro hombre se bajó de un carro que estaba detrás de la camioneta y le disparó a “Nando”, quien corrió malherido por toda la avenida Venezuela y detrás de él iba el hombre armado. Al parecer, era un escolta.
“Nando” corrió dos cuadras hasta que se desplomó en la calle 16. Cayó bocabajo con los brazos hacia la cabeza. En su mano derecha tenía el alicate empuñado. Vestía pantalón marrón y franela blanquiazul. El tipo que le disparó corrió hasta donde estaba el cuerpo y le quitó el celular que había robado.
Los testigos contaron que el conductor de la camioneta saltó la isla y atravesó el canal de Transbarca, se estacionó en sentido oeste-este, mientras que el hombre que disparó le entregaba todo.
En cuestiones de segundos, ambos carros desaparecieron de la escena. Algunos testigos dicen que el conductor, que fue la víctima, volvió a saltar la isla y se fue por toda la avenida en dirección hacia el oeste.
En el sitio en donde ocurrió el atraco quedaron seis conchas de balas. La mayoría de los curiosos aseguran que al chamo lo hirió un supuesto escolta.
Funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc recolectaron las evidencias e hicieron el levantamiento del cuerpo.
Una hora después
“¡Mi hijo no, no. Por qué Dios. Yo me quiero morir con él!”, gritaba desesperada la madre de Reinaldo. La dama intentaba acercársele al cuerpo de su muchacho, pero la escena estaba acordonada por funcionarios policiales.
Tras una hora del suceso comenzaron a llegar los familiares del chamo. La última en llegar fue la esposa. Al verlo tirado en el pavimento gritó fuerte, todos los curiosos se estremecieron al escuchar los gritos.
“Esto tiene que ser una pesadilla. No puede ser mi esposo. Yo te estaba esperando para que almorzaras una arepa”, lloraba, mientras que una mujer la sostenía para que no se acercara al cuerpo, pues los funcionarios estaban haciendo las experticias en la escena del crimen.
“Nando” residía en el barrio San Lorenzo.