En su columna, Carlos Peña habla de la filosofía de la liberación
LA PRENSA DE LARA.- Enrique Dussel 1934- 2023, uno de los fundadores de la filosofía de la liberación. En su última obra: Filosofía de la liberación, una antología, publicada por ediciones Akal México 2021.& ;
El 13 de marzo del 2002 Enrique Dussel señala para la discusión en algunas tesis: «La gravedad de la situación mundial».& ;
Nuestro pequeño planeta Tierra, se encuentra bajo el poder militar de una sola potencia. Su hegemonía no es cultural ni política, y aún en la economía su poder va proporcionalmente en declive, pero militarmente desde 1989 tiene una indiscutida primacía, que se ha manifestado en Tres Guerras situadas en el tercer mundo, ya que Europa Oriental se ha «tercermundizado», los Estados Unidos tienen, después de esa fecha, clara intención de constituir al mundo cuasi periférico socialista de la ex-Unión soviética en su propia periferia capitalista.
Henry Kissinger enseñó que la geopolítica no se inspira en «buenas intenciones» si no en la defensa de los propios intereses. «Se nos inculca a diestra y siniestra que se trata de una Cruzada contra el terrorismo».& ;
En las guerras del Golfo, Kosovo y Afganistan; ha habido una escalada. El imperio, durante la Guerra Fría así llamada por los productores de armas, no por los pueblos de Vietnam, Mozambique, Nicaragua o Afganistán, que debieron usarlas contra sus hermanos, fue el baluarte del derecho internacional, desde la ONU y otros organismos, para oponerse, a la URSS. Desde 1989 ya no es necesaria esa política. Los Estados Unidos se retiran, de hecho de todos los organismos internacionales y aún se oponen a ellos (no pagan las cuotas a la ONU, no apoyan al tribunal Penal Internacional, no firman el protocolo de Kioto, no dejan redefinir los objetivos estratégicos del Banco Mundial y del fondo monetario internacional, se oponen a una efectiva fuerza internacional de paz de la ONU, no prueban la convención del Mar, ni la convención de Diversidad Biológica, etc.).& ;
Guerra del Golfo contó con el apoyo de la ONU, de la OTAN, de los Países Árabes, de muchos otros del Tercer mundo. En la guerra de Kosovo solo con la OTAN. En la guerra de Afganistán se decidió y operó solo. No hubo necesidad de ninguna colaboración efectiva de nadie fuera del ejército norteamericano (la intervención del Blair, con los soldados ingleses o de los alemanes fue puramente simbólica). Pueden, entonces, confirmarse una vez más las hipótesis de la política del fundamentalismo del mercado, pero, al final y estratégicamente, ¿qué se ha intentado en estas tres guerras? Siempre un mismo objetivo: La expansión global de la presencia militar, como garantía de la expansión del mercado global con especial referencia a la fuentes principal de energía: El petróleo.
La Guerra del Golfo permitió a los Estados Unidos imponer su presencia en Arabia Saudita (La tierra Santa del islam) y en Kuwait ( en el centro del medio oriente petrolero). La Guerra de Kosovo, no dirigida por petroleros, situó en un lugar secundario a Rusia post URSS (que ya no pudo ayudar a sus aliados eslavos, serbios y ortodoxo) y movió a su voluntad a Europa con la OTAN. En la guerra de Afganistán la potencia hegemónica ha instalado bases militares en las antiguas Repúblicas Soviéticas Islámicas del Sur, entran ahora como vecinos de China, Rusia y la India los tres poderes asiáticos por excelencia
En el estado de guerra no impera ya el estado de naturaleza pero tampoco el estado civil o político. Como la esclavitud y las relaciones coloniales se establecen en una referencia externa o las naciones (por ejemplo, de Inglaterra con las comunidades africanas o americanas) no hay autoridad supranacional política para dilucidar el conflicto, sino que solo impera el estado de guerra. El estado de guerra es sin embargo un estado de excepción en la que el otro, la dignidad de la alteridad es aniquilada. El estado de guerra suspende la moral despoja a las instituciones y a las obligaciones eternas de su eternidad y desde entonces, anula en lo provisorio los imperativos incondicionales. La guerra no se sitúa solamente como la mayor entre las interpelaciones de la moral. Ella la torna ridícula. El arte de prever por todos los medios la guerra se impone desde entonces como el ejercicio mismo de la razón. Es decir si una comunidad juzga ( ya que cualquiera tiene este derecho natural ante Dios según Locke) que el africano, el Indio o el Mexicano ha negado la ley natural, o se ha levantado en armas injustamente, o simplemente «me odia» a partir de tal «juicio» dicho extraño pierde de inmediato todo derecho y queda determinado como enemigo al que se puede declarar una «guerra justa» y si es vencido y ahora todo depende de la tecnología militar puro efecto de la razón instrumental será definido como esclavo o como súbdito colonial. «El estado de guerra suspende la moral».& ;& ;
Escrito por: Carlos Peña& ;
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