sábado, 23 noviembre 2024
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Pocas camas y respiradores para pacientes con COVID19 en Lara

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El colapso es de tal magnitud, que no hay capacidad para atender a los pacientes más críticos por COVID-19. El hospital central Antonio María Pineda apenas cuenta con 6 camas para medicina crítica, lo que representa un déficit del 100% de la totalidad de 598 a lo cual se une la falta del personal especializado encabezado por intensivistas y enfermeras para cada turno de 6 horas. Un panorama que se repite en otros estados y casi condena a los pacientes con deficiencias respiratorias por Covid 19.

Es una carrera por la vida y lucha por conseguir el oxígeno. «Deberíamos estar hablando de 60 camas para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)«, advierte el doctor Ruy Medina, ex director regional de Salud, al lamentar que realmente se encuentran solo 4 operativas en el principal centro asistencial, cuando corresponde el 10% de la totalidad de camas, tal como lo exige la Organización Mundial de la Salud (OMS) y así atender aquellos pacientes críticos, que ameritan estar intubados para asegurar el oxígeno.

Cuando empezó la cuarentena en marzo, el Ejecutivo nacional confirmó 23.762 camas para contagiados y destinaron 1.213 para cuidados intensivos. Para Lara correspondieron 205 camas para críticos, según Javier Cabrera, director de Salud en Lara. Cifras que prometían un arranque positivo.

Pero al seguir el recorrido por otros principales centros larenses, figuran las limitantes en el pediátrico «Agustín Zubillaga» con 6 camas. Mientras el hospital del seguro social «Juan Daza Pereira» cuenta con 26 camas destinadas a contagios, de las cuales 18 están disponibles y solo 8 para intubados. Sin embargo, dicha área no estaba ocupada por falta de personal con experiencia en medicina crítica, ni intensivista y emergenciólogo. Además que no necesitaban el gasómetro, para medir los gases disueltos en la sangre.

Esa situación se repite en el estado Zulia, siendo una de las regiones mas golpeadas por el coronavirus, donde han denunciado que apenas cuentan con 14 camas de intensivos y quedan cortos con 12 ventiladores.

Toca correr

Aún siendo el hospital central Antonio María Pineda, el principal centro de salud y recibiendo entre 10 a 12 pacientes diarios con sintomatología, se ven obligados a referirlos a otros recintos para la debida atención. Tal como lo confirma René Rivas, presidente del Colegio de Médicos. Además de registrar un 80% de asintomáticos, conocidos por casos leves que pueden ser tratados de manera ambulatoria y con el aislamiento en sus casas. Ese otro 20% crítico corre con la suerte de conseguir cupo en cuidados intensivos, considerando lo limitado de opciones y hasta en clínicas, donde tampoco cuentan con el personal requerido.

El monitoreo es tan estricto que deberían ser 3 enfermeras por cada cama, un residente y un intensivista por cada guardia, entendiendo que se tratan de turnos de 6 horas. Toman la evolución del paciente a partir de los valores del electrocardiograma, tensión arterial, medir los gases arteriales, vigilar las respiraciones por minuto y aumentar la concentración de oxígeno. La necesidad les ha ganado la batalla a muchos especialistas que han renunciado, por devengar un sueldo a partir de 5 dólares y por temor de estar expuestos a contaminarse.

«La realidad es diferente, con un colapso general«, recalca el titular de Colegio de Médicos, ante la poca capacidad de respuesta de centros de salud pública. Una pérdida de tiempo que solo le da ganancia al COVID-19 para arreciar su sintomatología y ameritan intubarlos para mantener la respiración.

«El aumento es progresivo y al punto de perjudicar a los trabajadores de la salud con más de 65 casos positivos», lamenta de estas víctimas por complicaciones del coronavirus. Una exposición para quienes están al servicio en esta emergencia, sin las debidas normas de bioseguridad y lo cual ha sido motivo de varias protestas.

Los expertos señalan que aún con la mística y el corazón disponible para atender, no se cuentan con 12 enfermeras por turno para las 4 camas de UCI del principal centro asistencial. Ni con la cantidad de residentes diarios. Es un equipo rotativo de acuerdo a cada uno de los turnos.

Uno de los seguimientos al sector salud, viene dado por Jaime Lorenzo, presidente de Médicos Unidos de Venezuela. Critica que la red hospitalaria no tenga las condiciones para la atención y debido funcionamiento, por lo que apoyan con donaciones de implementos de bioseguridad.

Una escalada

Son capítulos de toda la geografía nacional. La terapia intensiva del Hospital Universitario Dr. Luis Razetti de Barcelona aumentó la capacidad al doble de pacientes. Esto no ocurrió con el personal, quedando solo un residente y un intensivista, así como dos o tres enfermeras.

Antes de arreciar la pandemia ya faltaban intensivistas en el país. A comienzo de 2.020 cerraban algunas salas UCI, aunado a la necesidad de los equipos. Un caso que causó polémica fue el cese de estas áreas en el hospital de niños J. M. de los Ríos, en Caracas. Además de no poder habilitar las 12 camas equipadas del Hospital Universitario de Caracas, por falta de especialistas.

Todo ese panorama es recalcado por la diputada, María Teresa Pérez. No entiende cómo no se han construido más centros asistenciales ni acondicionado aquellos operativos. «La crisis hospitalaria la teníamos antes de la pandemia, ya estábamos por debajo de la norma internacional», criticó y denunció que no se brinda ese soporte vital al 20% de pacientes críticos por dificultad respiratoria, cuyos pulmones no resisten a la neumonía por Covid 19.

Se empieza por acondicionar

«No tenemos la capacidad para atender la emergencia de pacientes críticos por coronavirus», señala Ruy Medina, quien fue ex director del hospital central, al destacar que la pandemia puso a correr al gobierno y en el asaro por ubicar espacios, a veces no cumplen con el debido acondicionamiento.

Es ir más allá de infraestructura, porque las instalaciones deben tener su equipo multidisciplinario para la vigilancia extrema de estos pacientes. Un monitoreo que se fija en la evolución de la ventilación, desde la máquina de anestesia y también desde el dispensador de gas. El oxigeno es vital y el seguimiento a las respiraciones por minuto.

Medina recuerda que el personal garantiza la observación constante, incluso en áreas cercanas a la cama. No se pueden descuidar y de allí, que se necesiten hasta 3 enfermeras para el higiene y cuidar el mínimo detalle del tratamiento. «Se trata de espacios aptos y que no sean centros de hacinamiento», rezongó.

 

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