Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- De 12 molinos que hay en Venezuela cuatro se encuentran paralizados y ocho trabajan al 50% de su capacidad instalada. Esta realidad, según Juan Crespo, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria de la Harina (Fetraharina), pone en riesgo la producción de pan de jamón al finalizar el año, y la sostenibilidad de más de 8000 panaderías artesanales que dependen directamente de la harina de trigo procesada en el país.
«Venezuela requiere 60 mil toneladas de harina de trigo mensualmente para abastecer la demanda nacional de pan, y en la actualidad no contamos ni con 10 mil toneladas», resaltó. La escasez de harina se registra desde que Estados Unidos aplicó sanciones económicas al gobierno de Nicolás Maduro. Canadá se sumó a las sanciones contra funcionarios, razón por la cual desde hace par de años no llegan barcos con trigo importado desde ambas naciones.
«El gobierno duró un año trayendo trigo desde Rusia, pero nunca las toneladas requeridas. La última vez fue en diciembre y fueron 2.900 toneladas que no alcanzaron para los 12 molinos. Vemos con preocupación cómo hay un auge de importación de harina terminada, que empresarios privados o relacionados con el gobierno están trayendo desde Turquía, Italia, Uruguay, Brasil, se están dando todos los incentivos para importar, pero eso representa que 600 empleos directos en los molinos estén en riesgo de perderse, 12 mil panaderos a nivel nacional también resultarían afectados», informó.
Los estados de la zona central y occidental resultan más afectados. «En Caracas hay un molino que tiene una capacidad instalada de procesar 30 mil toneladas en un mes y ya tiene ocho meses paralizado, del cual dependen panaderías e industrias de La Guaira, Distrito Capital y Miranda. Todos los molinos de Maracaibo también están cerrados», expresó.
La escasez de harina en el país es un problema de vieja data, lo padecen desde hace cinco años. Desde 2015 al 2019 el gobierno mantuvo un férreo control en la distribución de harina de trigo que afectaba a panaderías artesanales del país y también a industrializadas. En ese lapso desaparecieron de los anaqueles las distintas variedades de pan, y se creó un dantesco mercado negro con la harina. En 2017 el gobierno mantuvo un control de precios del pan y fiscalizaciones continuas a las panaderías, que influyó en la caída de la producción. En 2019 Nicolás Maduro desistió de seguir centralizando la importación de trigo y posterior distribución de harina, dejando a los empresarios privados la responsabilidad de importar con sus propios recursos.
Crespo apunta que ahora el problema es la falta de confianza en el gobierno y de seguridad jurídica, porque nadie va a invertir si no tienen la garantía de que la mercancía que traiga no será confiscada. «El gobierno no pudo mantener el control en la distribución de harina de trigo porque nunca tuvo ni la capacidad técnica ni logística para cubrir el mercado nacional. La realidad es que en la actualidad está llegando muy poca harina al país. La gente todavía esta viendo pan sobado, francés, canilla y cachitos en las panaderías, pero a precios que son incomprables», expresó.
Hacen propuestas
Desde Fetraharina han hecho propuestas al gobierno para que logren convenios internacionales y se pueda rescatar la producción nacional de harina de trigo. Crespo planteó que el gobierno busque convenios con países como México o Argentina, que son «socialistas» para lograr la importación del rubro. «El trigo de México es muy bueno, tiene 13% de proteína, es mejor traerlo desde esa nación que es mucho más cercana que Rusia», apuntó.
Sus críticas también van dirigidas a empresarios nacionales, subrayó que en Venezuela hay dos trasnacionales que a su juicio pueden importar trigo desde los países donde están sus casas matrices. «Esta Cargill es un grupo internacional de México, también está Monaca, cuya sede central está en Minneapolis, Estados Unidos. Lo que pedimos a los empresarios responsables es que se sienten en una mesa con el gobierno y logren una solución a este problema», expresó.
En emergencia
En un 50% han caído las ventas de pan en panaderías de Lara este año, según informó Silvino Álvarez, fundador de la Asociación de Pequeños Industriales en Panificación en la entidad. Aunque no han sentido la escasez de harina de trigo en el mercado, porque optan por comprar marcas importadas y pagar entre 30 y 45 dólares por cada saco de harina que pesa 50 kilos, la realidad es que los costos de producción ahuyentan a los venezolanos que antes demandaban pan a diario.
«El problema de la harina importada es la calidad, la nacional es mejor porque era fabricada con trigo de EE.UU y Canadá. Está llegando a Venezuela una harina colombiana que es buena, a veces se consigue de trigo ruso o de Turquía, pero estos productos no son buenos, eso impacta en los precios», aseveró.
Explicó que la harina de trigo turca, que ahora se consigue a montón, hace que los panes «no crezcan». «Hay que agregarles más levadura, conservantes, huevos, eso encarece el producto», resaltó.
Tanto Fetraharina como los panaderos, acotan que en la actualidad a nivel nacional el precio del pan canilla oscila en 250 mil bolívares. «Una persona que gane menos de 30 dólares al mes no va a destinar esa cantidad de dinero en un canilla, prefiere comprar una harina precocida que cuesta aproximadamente un dólar, mucho menos aquellos que dependa de un salario mínimo», comunicó Crespo.
Panaderías están sin gas
Según Silvino Álvarez, fundador de la Asociación de Pequeños Industriales en Panificación en Lara, las panaderías formales del país han sobrevivido con mucha dificultad a las «diez plagas de Egipto», uno de los males comenzó en 2019 con el apagón nacional. Desde entonces el sector enfrenta los cortes eléctricos diarios de hasta ocho horas en plena jornada laboral.
Este año lo que más los afecta ha sido la escasez de gas doméstico. «En Lara hay panaderías que ya tienen 11 meses sin recibir bombonas de gas, a pesar que el pago ya ha sido cancelado a Gas Lara. Todas las panaderías de Lara que fabrican pan a escala industrial tienen hornos que funcionan con gas«, exclamó.
A los empresarios les ha tocado improvisar para no cerrar sus negocios. Indicó que ahora están intentando fabricar hornos que funcionen con leña o con gasoil, como en el pasado, «pero esto afecta la calidad y el sabor del producto», mencionó. Acotó que son pocos los que pueden reemplazar sus viejos hornos de gas por modernos equipos eléctricos. «Comprar un horno eléctrico equivale a invertir entre 3000 y 5000 dólares. Ahorita ningún negocio está dando para hacer ese tipo de inversión, tampoco resulta cuando el racionamiento eléctrico se mantiene», contó Álvarez.
La encargada de una panadería artesanal en el barrio El Carmen, informó a la PRENSA, que la escasez de gas los tiene contra las cuerdas. «Lo que tratamos es de comprar bombonas de gas a precio bachaqueado, para no parar la producción ni bajar la santamaría. Pero es un gasto muy alto», expresó. Una bombona de 43 kilogramos puede conseguirse en el mercado informal en aproximadamente 90 dólares y una de 18 kilos en más de 40 billetes verdes.
En una estantería la vendedora quien pidió no ser identificada, exhibe el pan canilla en 150 mil bolívares, el pan dulce en 280 mil bolívares, el pan campesino en 180 mil bolívares, y las piñitas en 50 bolívares la unidad.
«Esos tipos de costos adicionales por las fallas en los servicios públicos hace que ahora las panaderías estén produciendo al día entre uno o dos sacos de harina de trigo, cuando antes se gastaban 10 sacos diarios, es una producción que cada vez más mermada», expresó Álvarez.
Compiten en los barrios
Silvino Álvarez, señala que entre las causas que están afectando al sector, está la competencia informal que se ha disparado en zonas populares. En el país muchas personas han quedado desempleadas por tantos meses de inactividad económica, y han visto como medida de rebusque el fabricar pan y vender en sus casas, compitiendo en precios con aquellas panaderías formales.
«Si en el sector donde viven hay una panadería formalmente constituida sus ventas van a bajar, porque la gente va a preferir comprar el pan del vecino que es más económico«, señaló.
En la Asociación de Pequeños Industriales en Panificación en Lara están registradas 1.500 panaderías. Hace tres años el sector generaba 3000 empleos directos, ahora los empresarios están desistiendo de los empleados y el negocio lo está atendiendo directamente la familia. «El problema es también contratar personal que viva cerca, que se pueda trasladar caminando por la falta de transporte público. Muchas panaderías están pagando a destajo, es decir, pagan por horas laboradas», comentó.& ;
Pan de jamón se encontrará caro
Las panaderías del país han bajado su producción de pan de jamón este año, al punto que muchos empresarios ya proyectan que el pan que saquen en diciembre será por encargo. «Estamos promediando que un buen pan de jamón puede costar en diciembre entre 10 y 15 dólares con todos los ingredientes», indicó Silvino Álvarez, de la Asociación de Pequeños Industriales en Panificación.
ya un pan de jamón cuesta entre 12 a 15 dólares, este producto es 100% artesanal.
Árabes dominan
Según Silvino Álvarez, el 20% del sector panadero en Lara está siendo dominado por empresarios árabes. «Es una colonia que se mantiene haciendo negocios con el gobierno nacional, no solamente están comprando o construyendo panaderías, es que además están importando la harina de Turquía», expresó.