Ágatha Reyes | LA PRENSA DE LARA.- Las presiones del gobierno para obligar al venezolano a participar en las elecciones parlamentarias, no surtieron efecto. La muestra, es el 69% de abstención que registraron los comicios del pasado 6 de diciembre en Venezuela, donde la mayoría de los curules han sido adjudicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) al partido de gobierno, agrupado en la alianza del Gran Polo Patriótico (GPP).
Analistas aseguran que el deterioro en la calidad de vida del venezolano es tan severo, que ya los mecanismos de «control político del PSUV no están siendo eficaces». Según el sociólogo Nelson Freitez, en las comunidades más desfavorecidas, donde el control llega a través de las bolsas CLAP, venta de cilindros de gas, o entrega de carnet de la patria, hay un hastío, un agotamiento y un profundo desencanto que hacen que el ciudadano haga caso omiso a frases como: «el que no vota, no come«, dicha por Diosdado Cabello, durante un acto de campaña en Carabobo.
Rafael Uzcátegui, coordinador general de Provea, asegura que la abstención en el voto, además de un desafío al gobierno es también la manifestación ciudadana apelando a su dignidad al decir que no cederían al chantaje.
«El país está en una crisis de representación política, la gente no se siente identificada con el liderazgo porque no ve reflejada sus dolencias en las narrativa de los sectores en conflicto. Era previsible una escasa participación», dice.
Además explica que el estado tiene cada vez menos dinero para mantener una política clientelar, lo que considera es otro factor para que el control político sea cada vez con menos fuerza. «Frente a la ausencia de recursos, al gobierno le queda la represión directa».