María B. Jordán | LA PRENSA de Lara.- Se arropan hasta donde la cobija llegue o hasta donde la hiperinflación los deje. Así se aplican en las universidades de Lara con el presupuesto que otorga el Ministerio para la Educación Universitaria, lo que ha dejado un gran daño: la infraestructura, el mantenimiento y la calidad de la educación.
En octubre, las autoridades planifican el gasto presupuestario para el año siguiente, pero desde hace unos 3 años han debido acortar los meses para armar el cálculo pues la grave situación económica del país hace que para el momento de recibir el dinero ya nada sirva, pues la hiperinflación se devora lo solicitado.
Las tres grandes casas de estudios de la región destinan el 85 % de su presupuesto al pago de personal y providencias estudiantiles y el otro 15 % restante es utilizado por los administradores para gastos de mantenimiento, pero la historia es otra cuando lo que está en papel se refleja en la práctica.
«Con los aumentos de salario que hubo este año el presupuesto quedó en déficit; lo que a mí me enviaron para todo el año se gastó entre enero y febrero, porque ya los cálculos no dan», expresó Rita Áñez, rectora de la Universidad Politécnica Antonio José de Sucre (Unexpo), al reseñar que con esta economía tan cambiante estimar gastos en medianos o largos plazos no sirve de nada.
Y el daño colateral de la hiperinflación se nota en el mantenimiento de las universidades, pues las casas de estudios están por el piso. «El presupuesto no alcanza para mantenimiento y la otra cosa que sucede es que ya no administramos el presupuesto, lo que hacemos es cancelar, eso pasó a manos de la OPSU«, comentó Blanca Terán, presidenta de Asociación de Profesores de la UPEL (Aproupel).
Tan grave están las universidades, que en la actualidad los servicios universitarios van en decadencia: los estudiantes no realizan prácticas ni tienen beneficios, como transporte y comedor; a todo eso se le suma que laboratorios, espacios deportivos, aulas y oficinas están en deplorables condiciones.
También debe acotarse que los profesores no cuentan con las herramientas necesarias para el proceso de enseñanza y un aprendizaje. Ni hablar de las fachadas o áreas verdes que dan ganas de llorar por las condiciones en que se encuentran.
Según Lourdes Ramírez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios (Fapuv), solo se aprueba el 14 % y el 19 % del presupuesto solicitados por las universidades y que por esa razón se encuentran en una situación precaria por el déficit presupuestario. «Eso no da para la recuperación de las plantas físicas ni para que los laboratorios tengan insumos». La autoridad destacó que tanto los trabajadores como los docentes sobreviven en las instituciones por sentido de pertinencia y amor a sus casas de estudio.
«Con lo que llega a las universidades no se puede hacer nada; hay filtraciones en los techos, se roban los equipos y el cableado, y eso no se puede recuperar», señaló Déborah Velásquez, representante de la UCLA, destacando que eso ocurre por la falta de mantenimiento y seguridad, pues no cuentan con presupuesto para la vigilancia y el mantenimiento de la universidad.
Los estudiantes de la UCLA han tenido que resolver con el transporte, hasta el punto que cuadraron con una empresa privada y hacen convenios para que el servicio los lleve a clases. «Pero este año no tenemos recursos y no hay respuesta del ministerio, nadie responde por la crisis, seguimos trabajando con las uñas», soltó Jesús Suárez, miembro del FCU.