Daimar Díaz | LA PRENSA de Lara.- Vendedores informales toman los rincones del centro de Barquisimeto intentando lograr ganancias que sirvan de oxígeno ante la agonía económica que ha representado para ellos la cuarentena preventiva decretada por el gobierno. Comerciantes con muchos años en este oficio y otros noveles se arriesgan a diario a ser detenidos por funcionarios de la Policía Municipal con tal de producir dinero para alimentos, medicinas y cuidado de hijos.
«Por más que he buscado no he conseguido empleo, debo salir a vender cualquier cosita que me pueda dar para comprarle los alimentos a mi hija, porque a veces las ventas son terribles y ni siquiera me alcanza para cubrir los gastos de las tres comidas».
Esta es la historia de Kimberly Álvarez, mamá de una niña de 1 año de edad, quien tuvo que emprender la venta de medias, boxers y tapabocas usando de mostrador un coche de bebé con el que todas las mañana emprende un recorrido a pie por el centro tratando de conseguir dinero.
Así como Álvarez están decenas de informales parados en una esquina, en aceras, recorriendo la 21 y 22 y muy pilas ante cualquier funcionario que constantemente los desaloja en su función de evitar aglomeraciones o porque no son «sectores priorizados«, detalle ilógico ante el mar de personas que acude a diario a los abastos asiáticos abarrotados de clientes.
En cada rincón se ven vendedores ambulantes que ofrecen desde bolsos, medias, tapabocas, café, cigarros, hasta parches para bicicletas y chucherías.
«Aunque sabemos que no está permitido vender, sólo estamos buscando la manera de tener para comprar el diario de nuestras casas, no le estamos haciendo daño a nadie saliendo a vender nuestros productos que a veces son hasta más económicos de los que se consiguen en las tiendas», manifestó Roberth Salazar, otro vendedor cuando justificaba la razón de estar escapando de las autoridades policiales.
Pérdidas
La situación de estar a merced de los funcionarios, les afecta considerablemente en las ganancias como lo detalló Carmen López.
«Cuando logramos concretar una venta es porque logramos escapar de los policías y las personas pueden realizar el pagomóvil, pero muy pocos son los que les gusta esta modalidad de pago y nos toca dejar ir al cliente y regresamos a casa con sólo el dinero para una harina», expresó.
La señora López quien es de la tercera edad, también relató que a diario recorre una y otra vez las calles del centro y que en ocasiones ha llegado a su casa casi sin voz, por lo mucho que grita durante el día para captar la atención de las personas que se encuentran en la calle y así poder vender al menos cuatro pares de medias.
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