lunes, 25 noviembre 2024
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Brillo de Barrio Unión se disipa entre problemas y necesidades

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Siete carreras y 22 calles atesora en su interior uno de los barrios más emblemáticos de Barquisimeto. Barrio Unión cuenta con 73 años de fundación y actualmente se encuentra en medio de un mar de problemáticas que han desvanecido su alegre personalidad y vistosos colores. Pues la falta de agua, vías deterioradas, nulo alumbrado público y falta de unidades de transporte entenebrece el día a día de sus habitantes.

Aunque el nacimiento de la parroquia Unión se dio en 1939, no fue sino hasta 1948 en que el gobierno regional donó varias parcelas a un grupo de personas para que edificaran sus viviendas. Para ese entonces, los beneficiados unieron fuerzas y se pusieron de acuerdo para cada fin de semana trabajar en unidad la construcción de las casas, en los alrededores de donde hoy día se ubica el IVSS Dr. Rafael Vicente Andrade.

Ese trabajo en equipo dio paso al nombre con el que décadas más tarde sería bautizado el sector. Para 1960 y gracias a la cercanía que tenía el barrio con la Zona Industrial I, la consolidación de los servicios básicos se dio de manera fluida, convirtiéndolo en uno de los conjuntos residenciales modelo de la capital larense; sin embargo, 61 años después Barrio Unión se convirtió en la prueba del abandono y retroceso.

Según Gerardo Pérez, cronista oficial de la comunidad, son alrededor de 400 mil personas las que sortean cómo pueden con las carencias que se acrecientan y con nostalgia los adultos mayores recuerdan la época de gracia del sector, que cuenta con centros de salud, escuelas, liceos y un sinfín de comercios opacados por el deterioro general de la comunidad.

Y es que al transitar por la carrera 4 con calles 12 y 13, lo primero que se logra ver es un desborde de aguas negras que lleva brotando por al menos dos años, el nauseabundo olor ya tiene hastiados a los habitantes de estas calles y por insólito que parezca el agua que de allí sale se ha convertido en especie de fertilizante para auyamas y tomates.

La situación es tan crítica, que algunos vecinos han comenzado a preocuparse por una posible proliferación de enfermedades estomacales y de la piel. También deben lidiar con fracturas en tuberías de aguas blancas que se mezclan con las negras y crean lagunas que afectan el tránsito de las personas.

Y es que mientras hay cuadras en las que se desperdician litros y litros del vital líquido, en otras sólo sale aire por las plumas y ponen a sufrir a más de uno, como consecuencia de la irregularidad con la que llega el servicio.

«Hay casas donde nos llega, en las tardes más que todo se ve cómo la gente camina con los pipotes a ver quién les regala», narra Julio Andrade.

La proliferación de vertederos improvisados es otro de los problemas con los que deben lidiar en esta comunidad. Ante la falta del servicio de aseo, sumado a la inconsciencia de algunos vecinos, las montañas de bolsas de basura revisten las calles del sector.

Pero también se logran avistar rumas de escombros en vías principales, y es que quienes han realizado remodelaciones en sus hogares dejan el desperdicio en medio de la calle.

«Ya ni siquiera podemos pintar las casas para por lo menos dar una cara bonita a nuestro barrio querido, da dolor observar todo lo que hemos perdido por culpa de este Gobierno», dijo con tristeza la señora Francisca Camacaro.

Explica que aunque el Gobierno ha recuperado «algunos espacios», aún queda mucho por hacer para devolver el brillo que durante décadas reinó en la zona.

Las vías de Barrio Unión también lucen dañadas, el asfalto ha comenzado a agrietarse y los huecos ocupan gran parte de las calles, lo que limita el tránsito vehicular que servía para la movilización de habitantes.

Golpea migración

El humilde barrio ha servido de cuna para profesionales que con mucho esfuerzo lograron salir adelante y han dejado lo mejor de sí en diferentes escenarios laborales. Sin embargo, la crisis económica y social en Venezuela ha hecho que un gran número de vecinos se vieran obligados a buscar nuevos horizontes y han migrado a países como Colombia.

Oscuridad alimenta la delincuencia

Al caer el sol, las calles del barrio quedan en completa penumbra. Las personas aseguran que en la actualidad son contados los reflectores que iluminan los concurridos caminos.

«No recuerdo cuándo fue la última vez que los bombillos fueron reemplazados, eso es más que necesario porque nos ayuda a sentirnos seguros», alegó Mariluz Perdomo.

Explica que si bien los niveles delictivos han mermado por la crisis migratoria, aún queda uno que otro «mala conducta» que pone a sufrir a la colectividad.

Uno de principales puntos rojos son los rieles, pues estos sirven como frontera entre Barrio Unión y otras comunidades, como El Alambique y La Pastora.

Vecinos cuentan que la oscuridad también eleva el riesgo de accidentes por la cantidad de baches que hay en las principales calles.

Avenida Divina Pastora: el proyecto que no vio luz

Como un completo engaño, consideran los habitantes de Barrio Unión la ampliación de la avenida Divina Pastora en la carrera uno del populoso sector.

En su momento fue presentada como una obra de gran visión para el flujo vial de Barquisimeto, pero ahora es vista como un «vago recuerdo» de algo que jamás se concretó.

Y es que ante los ojos de los habitantes del sector, el hecho de contar con una arteria vial de casi 6 kilómetros que comunicara uno de los principales barrios de la ciudad con la Zona Industrial I, representaba el fortalecimiento de la movilidad.

Para el año 2007, fueron destinados Bs. 676 millones 898 mil 834 para llevar a cabo el proyecto, mientras que dos años más tarde se realizó una segunda inversión que rozaba los Bs. 8 millones. En ambas oportunidades, la ampliación quedó inconclusa.

Gerardo Pérez, cronista de la comunidad, menciona que a pesar de que la misma ha sido inaugurada en cuatro ocasiones por los diferentes gobiernos de turno, no ha terminado de ver luz por problemáticas que surgieron en el camino.

«Por allí corrían aguas fluviales que terminaron siendo vertidas en las cloacas y eso dio paso al colapso de las mismas. El estado de la calle ahora es pésimo a raíz de ello», dice Pérez.

Recuerda que en medio de la vialidad quedaron dos torres de alta tensión que deben ser retiradas para que el flujo de los vehículos no se vea interrumpido.

Julio Gutiérrez, miembro del Colegio de Ingenieros de Lara, menciona que lo que pudo haber generado la paralización de la obra fue la falta de comunicación entre el gobierno regional y nacional.

«Ellos tenían que ponerse de acuerdo a través de Corpoelec para que les otorgaran el permiso de llevar a cabo la migración de esas torres. No creo que haya sido por falta de recursos, porque no incluir ese trabajo en el presupuesto habría sido un error muy grave», dice.

De igual manera, menciona que dado a la hiperinflación en la que se encuentra inmerso el país, retomar la obra implicaría la inversión de miles de dólares, pues inicialmente deben reemplazar la red de aguas blancas, reparar los recolectores de aguas servidas y habilitar los drenajes dispuestos en la zona.

 

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