Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Continúan las averiguaciones sobre el caso de la muerte de Yoinier Javier Peña Hernández (28), quien falleció a causa de un disparo que recibió en la espalda cuando estaba cerca de una protesta contra el gobierno que se hacía en la avenida Florencio Jiménez el pasado 10 de abril.
Yaneth Hernández, madre de Yoinier explicó a La Prensa ayer cuando se realizaba el acto velatorio de “Jujú”, que tiene conocimiento que la Fiscalía Sexta tiene bastante adelantada las averiguaciones sobre la muerte de su muchacho.
“Lo único que sé es que están estudiando la bala que hirió a mi hijo y con eso, el caso está avanzado”, informó con rostro de serenidad la mamá.
Yoinier luchó durante 54 días en el Hospital Central desde que recibió el disparo, y donde fue intervenido cuatro veces.
El sábado en la madrugada no resistió más y falleció. El informe médico detalló que tenía una infección que se agudizó ante la falta de antibióticos. Además el proyectil le perforó el colon y la columna L2 Y L3 por lo que era imposible que caminara más si lograba salvarse
“Jujú” desde que nació fue diagnosticado con una parálisis cerebral infantil, por eso su apodo se debía a la expresión más común que usaba para señalar cosas o personas.
Por su condición no pertenecía a ningún partido político, sino que más bien cuando iba a las protestas se le veía dialogando con los manifestantes.
Era conocido porque siempre se la pasaba viajando en las unidades de Transbarca. Muchas personas lo recuerdan porque él siempre ayudaba a los usuarios a organizarse cuando se montaban en las diferentes paradas.
El adiós
Sobre la urna donde reposaba el cuerpo de “Jujú”, estaba colocada la bandera de Venezuela. Las rosas alrededor daban un destello de luz en medio de tanta tristeza y lágrimas. El Pastor y tío de Yoinier sostenía con fuerza una Biblia, y leía la palabra de Dios.
“Escrito está, ¡Dios recompensará a todos por sus obras!” decía el señor con mucha fortaleza.
En la sala velatoria habían familiares y amigos y a pesar de expresar su tristeza se mantenían tranquilos. Alrededor del ataúd habían muchas personas; cuando lo veían expresaban que había partido un guerrero. Yoinier vestía una camisa color marrón su contextura era delgada a causa de los dos meses que duró hospitalizado.
A casi un metro de distancia estaba la mamá de Yoinier, quien no se separó del ataúd donde estaba su muchacho, el consentido y amoroso como lo describía. Ella era abrazada por las personas que llegaban a darle palabras de aliento. A pesar del dolor de haber perdido a su hijo, se mantenía firme, su rostro reflejaba mucho cansancio, pero recibía a las personas con atención y cariño.
“Yoinier está ahora mucho mejor que nosotros; su alma, esa de niño que tenía ha partido al cielo junto a los ángeles”, concluyó el pastor.