Euseglimar González | LA PRENSA.- Dos reos de la comisaría de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en Pata ‘e Palo fueron quemados en la cara y a uno le sacaron hasta las vísceras por no cumplir con la entrega de unos juguetes.
Eduardo José Caldera Mendoza, de 27 años, con delitos de homicidio y fuga; y Eudomar José Rodríguez Sivira, de 24 años, con delito de robo agravado, fueron quemados y apuñalados por sus compañeros de celda, luego de que no cumplieran con los juguetes para los hijos de los presos.
Eduardo y Eudomar eran los líderes de los calabozos de la comisaría de Pata ‘e Palo, y la semana pasada se la quisieron dar de “avispados” y le pidieron a los demás reos una colecta para comprar unos juguetes para el “Niño Jesús” de los hijos de los presos.
En uno de los dos calabozos que hay en la comisaría estaban 46 presos entre esos Eduardo y Eudomar. La semana pasada comenzaron a recoger 10 mil bolívares por cada detenido, en total serían 440 mil bolívares por los 44 presos. Con el pasar de los días los reclusos le preguntaban a Eduardo y Eudomar qué había pasado con los juguetes y la respuesta era “ya eso está cuadrado”, según contó una fuente.
El fin de semana en la visita supuestamente los reclusos que tenían el “guiso” de los juguetes aprovecharon para darles a los familiares la plata que habían colectado.
Los demás reos al enterarse de lo sucedido enfurecieron. El lunes fue la “última oportunidad” que los detenidos le dieron a Eudomar y Eduardo para que respondieran por los juguetes, como no obtuvieron mayor información, el martes en la noche los pillaron cuando se quedaron dormidos y a las 4:00 de la madrugada de ayer los mataron.
Con chuzos y candela fueron asesinados Eduardo y Eudomar por “agarrarse” el dinero de los supuestos juguetes para los niños. A uno de ellos hasta le sacaron las
vísceras.
A las 7:00 de la mañana fue cuando los funcionarios de la PNB se dieron cuenta que habían matado a dos reclusos. Una fiscal del Ministerio Público estuvo haciendo requisa la mañana de ayer y suspendió las visitas y los traslados, que estaban previstos para los próximos días.
Los familiares de los muertos llegaron hasta la comisaría y pedían información, pero no fue sino al mediodía que pudieron reconocer los cadáveres.
“Déjenme ver a mi hijo, por favor”, gritaba llorando una mujer en la morgue del Hospital Central.