Jennifer Orozco | La Prensa.- Tendido bocarriba, con dos puñaladas en el pecho que dejaban salir la sangre de su cuerpo bañando de rojo el blue jean y el suéter azul de rayas verdes que vestía, quedó el cuerpo de Norwin Eduardo Martínez Cordero de 23 años. Murió en la calle 5 de la urbanización Las Casitas, en El Cují, al norte de Barquisimeto.
Según su papá, Wilmer Martínez, el joven salió de su casa en Valles de Uribana, a las 5:30 de la mañana de ayer. Supuestamente el chamo era comerciante y le gustaba salir a trabajar temprano.Pero los vecinos de Las Casitas y una versión policial contaron algo muy diferente.
Presuntamente Norwin estaba con otros dos tipos morenos y jovencitos. Se pararon en la avenida Intercomunal Barquisimeto – El Cují. Se subieron a una unidad de transporte público y atracaron a la gente.
Les pidieron celulares y plata y justo cuando la buseta se detuvo en Las Casitas, los hampones se bajaron. Los otros dos tipos salieron pirados del sitio y hasta unas rejas de una casa saltaron, para después seguir corriendo por un callejón y perderse. Pero dejaron a Norwin atrás.
La versión policial indica que uno de los pasajeros cargaba un arma blanca, que puede ser un cuchillo o un picahielo, y se lo clavó al chamo en el tórax dos veces. Lo que se había robado se lo arrancaron de las manos y el que lo mató se fue corriendo.
Norwin quedó tendido en el asfalto, respirando con dificultad y pidiendo ayuda a voz baja. Aunque algunos vecinos escucharon el alboroto nadie se atrevió a salir, algunos creyeron que era la gente que estaba llegando de las misas de aguinaldo.
Pero una señora que salió a las 6:30 de la mañana a sacar la basura, se dio cuenta de todo lo que había pasado y vio al muchacho tendido.
“Lloraba y trataba de respirar por la boca. Pero cuando fui a buscar el teléfono para llamar al 911, me di cuenta que se murió”, dijo la vecina. El cuerpo fue cubierto por un mantel plástico blanco de fiesta. Pero cada vez que la brisa levantaba el mantel decían los curiosos, “ese no es de por aquí, quién lo manda a estar de mala conducta”.
Una señora dijo que ese mismo chamo era primo de otro que vive en la entrada de Las Casitas que es “malandrito” y que la policía lo anda cazando para matarlo.
El padre de Norwin alegó que el chamo tenía familia por ahí, pero desconocía si iba a visitar o no porque su hijo no dijo nada al salir.
Cuando llegaron sus familiares la abuela se tendió a los pies del muchacho. “Mi niño, mi pobre niño, ¿qué te hicieron?”, repetía. Al muchacho le quitaron los zapatos blancos con plateado que cargaba y se le develaron las uñas de los pies pintadas de azul rey. Hasta los familiares lo miraron extrañados, como si fuese la primera vez que le veían las uñas pintadas a Norwin.