Ana León | LA PRENSA.- En la calle principal de El Pampero, detrás de la escuela Reina Rebeca Carrasco Travieso de la parroquia Tamaca, fue hallado el cuerpo calcinado de un hombre sin identificar. El papá de uno de los estudiantes fue el que consiguió los restos al transitar por el sitio a eso de la una de la tarde.
Funcionarios policiales presumen que se trataba de un vendedor y distribuidor de drogas que residía en La Sábila. El cadáver se hallaba a unos 200 metros de la entrada de la carretera que conecta el sector El Pampero con las comunidades de Las Terrazas y La Sábila, y estaba siendo resguardado por funcionarios de la GN y Polilara. Una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegó pocos minutos después a recoger el cuerpo y trasladarlo a un sitio donde pudieran continuar las investigaciones.
Para llegar al lugar se tenía que caminar por una carretera de tierra, en el sitio se pudo observar que el hombre estaba acostado bocabajo en lo que parecía ser un bloque de cemento. A su alrededor había todo tipo de desperdicios, desde osamentas de animales hasta cauchos quemados y botellas de vidrio.
La carretera estaba ubicada en un lugar boscoso. Parte de la basura que fue quemada con el cuerpo aún estaba encendida, pero algunas gotas de lluvia hicieron que lo único que saliera de esos focos fuese un leve humo que le daba un aspecto lúgubre al lugar.
Alrededor del cuerpo había una bandada de al menos 20 zamuros que buscaban de alguna manera acercársele para terminar de comer las partes que quedaban. Ambas manos estaban amarradas con lo que parecía ser un cordón de zapato de color rosado.
Sus piernas separadas dejaban ver el trabajo de las aves, las cuales se habían comido las partes íntimas del cuerpo y la zona interna del muslo derecho. La pierna derecha también tenía rastros de haber sido devorada, algunos ligamentos salían de ella. Los funcionarios explicaron que por esa parte del cuerpo faltante lo habían “identificado” como el “Mocho de la manzana C” del sector La Sábila.
Al acercarse se podía observar que el lado izquierdo del rostro había sido comido casi en su totalidad. Parte de la piel aún estaba expuesta y se podía detallar parte de los huesos de la cara del hombre. En la sien izquierda, por encima de la oreja, estaba lo que parecía ser la entrada de un disparo. El calibre no se pudo determinar, pues en la escena los petejotas no encontraron ningún cartucho o concha que indicara que se hubiese efectuado un disparo.
Con su piel calcinada no se lograba detallar con exactitud el color de la tez. Sin embargo, los funcionarios asumían que se trataba de un hombre de piel oscura.
El costado derecho del cuerpo estaba parcialmente devorado a la altura de la pelvis. Los zamuros cavaron un hueco y se comieron gran parte de los órganos internos. En el costado izquierdo, a la altura de la cadera, se veía otro orificio que estaba parcialmente comido por las aves.
Parte de los brazos tenían unas costras color rosa que contrarrestaban con el color calcinado de la piel. El cuerpo, a pesar de estar hinchado, no desprendía un mal olor. Algo que parecían ser gases estaban saliendo de su cabeza. La basura era lo que apestaba en el lugar.