Edy Peres | LA PRENSA.- Ramón Alcanio Peraza (66) se contradecía. Daba versiones enredadas de cómo había sido el asesinato de Joan José Campos Rojas (21) en el patio de su casa. Los “petejotas”, después de hacerle un interrogatorio, descubrieron que él lo había matado y determinaron que fue sin intención.
El hombre confesó que estaba manipulando un chopo calibre 12 milímetros en el porche de su casa. Joan llegó y se sentó junto a él, pero de repente se le escapó una descarga que lo hirió de manera mortal en el costado derecho.
Lo cargó para auxiliarlo, pero cuando se dio cuenta que no respiraba lo dejó tendido en el patio de la vivienda. Ramón le contó a La Prensa que él estaba en su cuarto cuando escuchó una detonación y que cuando salió al patio vio al hombre tendido en el suelo.
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Después aseguró que Joan se había sucidado. Admitió que estaba solo en casa con Joan, aunque el joven fue a buscar al hijo del señor, el muchacho no estaba así que se quedó a esperarlo y entonces fue que se registró el accidente.
A pesar de la culpa, Ramón se quedó en su casa y esperó que llegaran los hombres del Cicpc a levantar el cadáver de la víctima. Después de que levantaron el cuerpo sin vida, se llevaron a Ramón y a sus dos hijos como testigos.
Una vez en las oficinas de la División de Homicidios del Cicpc fue que confesó la verdad de lo que había ocurrido en su casa.
Pero aseguró que lo hizo sin intención mientras manipulaba el chopo calibre 12 milímetros. El mismo 14 de septiembre, el día del accidente, lo dejaron preso. Lo pusieron a la orden del fiscal segundo del Ministerio Público, William Bracamonte, lo presentaron ante el juez de control ocho y le dio beneficio de casa por cárcel.
El homicidio fue sin intención y además de esto el señor es de la tercera edad. Los “petejotas” tenían que llevar al hombre hasta su residencia en el sector La Pradera de El Jebe, al norte de Barquisimeto.
El crimen de Joan fue a las 2:00 de la tarde, el muchacho trabajaba por los alrededores del centro comercial Cosmos reparando celulares, era buen muchacho.
Además de ser amigo del hijo de Ramón, el muchacho pretendía a la hija de éste. Este detalle hizo que los funcionarios del Cicpc sospecharan que se trataba de un crimen por celos de padre, pero después de varias experticias determinaron que se trató de un crimen culposo.
El diablo quería su cabeza
El día del crimen un amigo de Joan, que es cristiano, le comentó al equipo reporteril de La Prensa, que le había orado porque el demonio estaba pidiendo su cabeza.
Hablaron mientras reparaban celulares a los alrededores del centro comercial Cosmos en el centro de Barquisimeto.
Aunque comentaron que Joan andaba en malos pasos el joven no tiene registros policiales y tampoco estaba solicitado por ningún delito.
Los familiares reclamaron el cadáver en la morgue y ya le dieron cristiana sepultura. Lo enterraron en el oeste.