Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- El crimen de una niña de 10 años que fue atacada por un malandro que le quería robar mientras estaba en una casa donde venden helados desató la furia de habitantes de La Carucieña, quienes tomaron represalias contra el hampón y casi lo matan.
El hecho ocurrió alrededor de las 4:00 de la tarde. La pequeña salió con su padre y dos tíos de su casa, ubicada en la avenida 2 entre 11 y 13 de La Carucieña para comprar helados en un pequeño local cercano.
Narran parientes de la víctima, que ella y sus familiares caminaron por la vereda hasta el sitio donde una señora tiene 20 años vendiendo heladitos. Detallan que lo único de valor que llevaban todos era el dinero para comprar el dulce.
Al estar en el local, hacen el pedido; la pequeña es la primera en recibir los suyos, pero mientras su padre y tíos esperaban el resto, Albert José Meléndez Antique (27) los sometió a todos con un arma de fuego. Según algunos vecinos, el tipo portaba una escopeta y les exigía la entrega de sus pertenencias.
Ellos, sin oponer resistencia, le indicaron que lo único que llevaban consigo era el dinero para los helados; sin embargo, al tipo, presuntamente, drogado e invadido por el pánico se le activó un tiro con la que le segó la vida a la niñita.
Otra versión que se manejaba, era que el asesino intentó arrebatarle un teléfono celular a la pequeña, pero nadie pudo confirmarla debido a que el hecho generó mucha confusión.
Se supo que el atacante después de matarla, salió a la avenida 2 de La Carucieña en principio trotando y después caminando pausadamente.
En ese momento, el padre aterrado por la escena cargó a su hija y corrió hasta la avenida para pedir ayuda. Un conductor se detuvo y los trasladó hasta el Seguro Social, pero los esfuerzos de salvarla resultaron en vano.
La muerte de la niña, quien cumplió el pasado lunes 10 años, fue una noticia que iba de boca en boca entre los residentes, quienes movidos por la indignación salieron a aglomerarse en las calles, deseando capturar al asesino y tomar la justicia por sus manos.
Media hora aproximadamente, conforme iba creciendo la ira de las personas, yendo de un lado hacia el otro rastréandolo, dieron con el malandro cerca de la vereda 29.
Cuentan vecinos que al tipo lograron golpearlo y en medio del alboroto, se escucharon varias detonaciones, justo cuando funcionarios de la PNB y del Cicpc andaban patrullando la zona en búsqueda del matón.
Temiendo por su vida y huyendo de quienes lo buscaban, Albert saltó la reja de una casa situada en la vereda. Hubo personas que creyeron que esa era su casa y sin pensarlo dos veces le metieron candela a la vivienda, pero luego funcionarios lo rescataron y lo llevaron hasta el ambulatorio.