martes, 26 noviembre 2024
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La asesinan al no dejarse robar el teléfono

Anaís Mendoza | LA PRENSA.-  Una joven de 25 años fue asesinada de un dis­paro en el abdomen cuando forcejeaba con dos delincuentes que le robaron su teléfono. El crimen ocurrió el lunes en la noche, cerca de su residencia en Las Veritas, al norte de Barquisimeto.

María de los Ángeles Romero, llegaba a su casa a las 7 y 30 de la noche. Estaba en el sector Las Casitas y antes de arribar a su vivienda fue a una bodega a comprar unos cigarros. A los minutos caminaba a su residencia y en medio de la oscuri­dad de las calles fue sor­prendida por dos delin­cuentes que la apuntaron y le pidieron el celular, pero María no se dejó.

Supuestamente, comen­zó a pelear con los ham­pones.

Uno de los hermanos de la víctima, describió a María como una mucha­cha bastante ruda, por eso se defendió con sus puños y golpeó a los de­lincuentes, pero en ese momento de la pelea uno de ellos le disparó a que­marropa en el abdomen.

María quedó muy mal herida. Los dos malan­dros se llevaron el teléfo­no y escaparon. La joven quedó tirada en una de las calles y los vecinos al verla en el suelo fueron hasta la casa de la mamá y le avisaron de la trage­dia.

El primero en llegar fue el hermano de 16 años que junto a su padre la montaron en un vehículo y la llevaron al Hospital Central.

“¡Ay, hermano me due­le mucho la barriga, por favor no me dejen morir aquí!”, le decía María a su hermano mientras que el chamo de 16 años le hacía presión en la he­rida.

Cuando llegó al Hospi­tal de inmediato los mé­dicos la pasaron al quiró­fano para salvarle la vida, pero en medio de la ope­ración sufrió un paro res­piratorio y falleció.

Ayer en la mañana la mamá, los hermanos y sus amigos estaban en la morgue del hospital.

Re­cordaban que María era una mujer de carácter fuerte, siempre decía que no se iba a dejar robar. “Primero me matan an­tes de dejarme robar”, soltó en varias oportuni­dades la víctima, recorda­ron.

María Rosa, su mamá, estaba destrozada. Con­fesó que su muchacha trabajaba como técnico de celulares y tenía un puesto por el centro de Barquisimeto. “Ya me la habían roba­do tres veces, la última vez le dieron con un cho­po en la cabeza. Yo le de­cía que se dejara robar. Mi niña no se metía con nadie”, exclamaba la ma­dre llorando.

La dama confesó que María se vestía y tenía comportamientos de un hombre. Ella le confesó cuando era adolescente que le gustaban las mu­jeres.

“María era un hombre. Yo nunca le reproché na­da. Su padre y yo la acep­tamos con su preferen­cia, nunca se metió con nadie y me ayudaba en la casa”, confesó la madre.

Los amigos la describie­ron como una persona alegre, divertida y que le gustaba rumbear mucho, bailar y disfrutar de la vi­da. A María le gustaba que la llamaran “Dilan”.

Sobre los asesinos ex­plicaron que María ya ha­bía sido amenazada con robarle el celular, presu­men que sean los mis­mos delincuentes que la atracaron.

María era muy celosa con sus hermanos y los cuidaba y los protegía mucho.

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