sábado, 18 enero 2025
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Joven queda en los huesos

Gabriel Grisanti | LA PRENSA.-En un espacio reducido de seis metros de largo por tres metros de ancho, en el que hay improvisa­dos tres calabozos donde permanecen hacinados 89 privados de libertad, dentro de la sede de la Policía Municipal de Iri­barren falleció Enderson José Giménez Torres, de 21 años.

Al joven, quien la sema­na entrante iba a cumplir un año en el recinto poli­cial, recluido por haber cometido un robo en una unidad de transporte pú­blico con arma de fuego, se le fue la vida en un ambiente deprimente e insalubre.

Se trata de un sitio don­de las posibilidades de subsistencia se reducen al mismo ritmo acelera­do en que cada interno pierde las esperanzas de salir en libertad, o de ga­narse un cupo en otro pe­nal.

A diferencia del resto de sus compañeros de cala­bozos, quienes en los mejores casos recibían hasta dos raciones de ali­mento al día por parte de sus familiares y allega­dos, Enderson José Gi­ménez Torres se queda­ba saboreando en su mente, probablemente algún plato casero que su madre, fallecida hace aproximadamente cuatro meses le preparaba.

La señora, quien según algunas madres de dete­nidos tenía más de 60 años de edad, era la que prácticamente “guerrea­ba la cana” de su mucha­cho, llevándole con sacri­ficio al menos un bocado muy esporádicamente a la PMI.

La exposición de costi­llas y pelvis de Enderson José indican que el deto­nante de su deceso fue un extremo cuadro de desnutrición.

Además, en diferentes partes de su piel hay ras­tros de escabiosis (sar­na).

El muchacho fue ingre­sado a la emergencia del Hospital Central Univer­sitario “Doctor Antonio María Pineda” a las 11:15 am; una hora después, murió tras haber sufrido un paro respiratorio.

Otros privados de liber­tad, apenas se enteraron del deceso del joven, em­pezaron a gritar la pala­bra “libertad” de forma insistente desde los cala­bozos.

Los familiares que se encontraban afuera de la PMI, ubicada en la urba­nización Patarata (por la avenida Bicentenaria) se alarmaron temiendo que se produjera, en señal de protesta por el falleci­miento de Enderson Jo­sé, una huelga de sangre y autoflagelación.

A pesar de la angustia de las madres, herma­nas, tías y parejas de los internos que aguardaban saber más de los suyos, el rumor que se habían cortado fue desestimado.El director de la Policía Municipal de Iribarren, Héctor Medina, asegura­ba que esta situación no se había presentado ayer.

El funcionario refería, sin especificar desde qué fecha y las afecciones re­ales de salud, que el jo­ven “presentaba un cua­dro bastante complica­do”.“Tenía problemas res­piratorios. Su familia era de otro estado (Carabo­bo) y muy pocas veces le traían alimento.

Presuntamente la fami­lia es de Valencia; aparte, presentaba trastornos mentales, tenía dificul­tad para pensar, respon­der y realizar ciertos mo­vimientos físicos “, dijo.

Eso, según Medina, “conllevó a que casi to­dos los días teníamos que salir en una ambu­lancia a llevarlo a cual­quier centro asistencial, a que le inyectaran cal­mantes”. Medina recal­có: “Nosotros como cuer­po de policía no tenemos un presupuesto para cu­brir esas necesidades”. Se refería a los alimentos de los detenidos.

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