Jennifer Orozco | LA PRENSA.- Se negó a prestar su dos ruedas a una banda de hampones y lo masacraron en la entrada de la casa de su suegro. Marcos José González Suárez (30) recibió 10 disparos en todo su cuerpo. El crimen fue ejecutado en el caserío El Yabito, en el municipio Jiménez.
Eran las 6:00 de la mañana de ayer y Marcos ya estaba despierto. El hombre se levantaba a esa hora para buscar la madera que trabajaba, pues era artesano.
Pero tras salir hasta la entrada de la casita rural, vio cómo unos tipos se le acercaron a pie. Supuestamente, eran alias “Junior” y su combo, una banda delictiva, quienes eran conocidos de Marcos.
“Mira pana, préstame tu moto ahí”, le dijeron los choros a Marcos señalando una Bera plateada que era propiedad del artesano. Marcos les respondió con un tajante “no”, pues el hombre se negaba a que ellos cometieran sus fechorías.
A los pocos segundos que Marcos dio la espalda para entrar nuevamente a la casa, uno de los tipos le propinó el primer disparo en la cabeza. Se presume que portaban tres armas y con las tres le dispararon en el cuerpo a Marcos. Tres balazos le impactaron en la cabeza y los otros siete fueron a distintas partes del cuerpo.
Marcos cayó bocabajo sin vida. Su cuerpo quedó sobre la tierra amarilla de la entrada a la casita. Vestía un blue jean, chancletas y una chemise negra.
Tras escuchar los disparos, el suegro y la esposa de Marcos se levantaron de sus camas y salieron a ver. La escena era de película de terror. El hombre estaba ya sobre un gran charco de sangre.
Esposa y suegro de la víctima dijeron que desconocían quiénes eran sus enemigos.
Marcos no es de El Yabito, sino del caserío Hispopal. Hace aproximadamente 2 años comenzó a trabajar como artesano, trabajaba la madera para hacer pelotas, juegos de dominó y otras esculturas, las cuales llevaba a Tintorero para comerciarlas.
Una fuente policial reveló que Marcos no tenía antecedentes, pero por algunos meses estuvo pasándosela con esos hampones, hasta que conoció a su esposa, quien es cristiana. Marcos tenía 15 días de haberse casado en la iglesia evangélica Monte de Dios, a pocos pasos de la casa donde lo asesinaron.
Después de casarse con la muchacha, comenzó a vivir en la casita rural donde lo acribillaron.
La gente de la zona no lo conocía muy bien, pero como asistía a la iglesia evangélica dijeron que era un muchacho tranquilo y que casi no hablaba. Su esposa y familiares de ella no quisieron declarar en el sitio del suceso, pero aseguraron no saber lo que había pasado.
La familia de Marcos no llegó al sitio del suceso, pues donde viven es retirado de la zona y no hubo manera de comunicarse con ellos, ya que no hay señal telefónica.