Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- Para los homicidas matar a sus víctimas es «fácil», pero desaparecer el cuerpo del delito no. Lo primero que intenta un criminal es ocultar el cadáver, pues si no hay «cuerpo no hay delito» y algunos deciden sepultarlos para evitar ser descubiertos.
En un terreno baldío o en el patio de una casa, los homicidas cavan huecos para sepultar a sus víctimas. Desde el añ;o 2010 hasta la fecha, en Lara se han registrado alrededor de 15 casos en los que las personas son enterradas por sus asesinos.
Sea por pistas en las investigaciones por parte de los funcionarios del Cicpc, sospechas de vecinos de las comunidades o por el mal olor, siempre se logra dar con la ubicación de las personas. Estos casos causan conmoción en el Estado y dolor en sus familiares, quienes días antes de los hallazgos dan tumbos de un lado a otro buscando información, visitan comisarías, hospitales y morgues.
Hace dos semanas, la desesperación se apoderó de dos familias larenses. Dos nuevos casos sacudieron la opinión pública en la localidad, dos personas fueron halladas muertas y enterradas, fue un mismo destino e igual móvil, crimen pasional.
Wilmary Carolina Escobar (28) y Deglis Javier Barahona Vargas (22) fueron asesinados de la misma manera, pero con diferentes criminales. Los cuerpos fueron hallados por funcionarios del Cicpc los primeros días de marzo.
La dama, quien era custodia penitenciaria, fue asfixiada por su pareja y este con ayuda de su tío trasladaron el cadáver hasta unos terrenos de la UPEL, ubicado en la avenida Los Horcones de Barquisimeto.
El amor y los 14 añ;os de relación se pulverizaron una vez que José Antonio Alvarado Machado (37), presuntamente, planificó el crimen de Wilmary, con quien tuvo cuatro hijos.
El hombre la asesinó, supuestamente, en la casa de su tío y luego con la ayuda de él la llevaron hasta los terrenos baldíos de la universidad, allí cavaron un hueco, usaron un pico y una pala, luego lanzaron el cadáver y lo sepultaron, colocándole cemento.
La joven desapareció el 24 de febrero, la famil en celdas
Escenas sangrientas se han vivido en las celdas de varios centros de reclusión en el estado Lara, pero en el Retén de Menores, ubicado en El Manzano, es donde ocurrieron más hechos sanguinarios y en uno de los casos los detenidos jugaron fútbol con una cabeza humana.
El 13 de septiembre de 2017, un jovencito de 15 añ;os que estaba recluido en el Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, conocido como Retén de Menores, fue asesinado por sus compañ;eros una vez que el joven ingresó al patio para cortarles el cabello, pero como ellos se resistieron comenzaron a golpearlo y lo neutralizaron. Además, usaron una tijera para decapitarlo.
Después que lo decapitaran, envolvieron el cuerpo en una sábana y le cayeron a patadas. Al rato sacaron la cabeza y empezaron a jugar fútbol con ella.
Al menos ocho reclusos fueron decapitados en el retén de menores entre los añ;os 2015 y 2017, según los registros de LA PRENSA. Mientras que el último caso ocurrió en el añ;o 2020, pero fue en los calabozos del Eje de Homicidios del Cicpc.
«Cesita» la decapitó al no darle respuesta de una droga
Mirlybeth Reverol Tovar (20) fue asesinada la noche del 30 de diciembre de 2016 en el sector Renacer Crepuscular, al oeste de Barquisimeto. La joven era conocida como la «Niñ;a».
Esa noche, cuatro hombres ingresaron al ranchito a la fuerza preguntando por una droga que, supuestamente, tenía la pareja de Mirlybeth, pero al no obtener respuestas la sometieron y asesinaron a la «Niñ;a» con un arma blanca y una crueldad tan brutal que los llevó a decapitarla.
Uno de los tres criminales, en un acto inhumano, con un machete le cortó la cabeza y le hizo una herida desde el pecho hasta la pelvis.
Por el atroz crimen, el Eje de Homicidios del Cicpc buscaba a cuatro hombres. Poco a poco dieron con las identidades. Entre los sospechosos estaba César Guaricuco Cuicas (21) alias el «Cesita», señ;alado como el autor material del crimen y quien, supuestamente, caminó hacia una quebrada de la zona con la cabeza de Mirlybeth en la mano, cuyo cabello se iba rasgando y quedó esparcido entre el piso y el alambre de púas de la vivienda. Al llegar a la quebrada, lanzó la cabeza.
El «Cesita» era líder de una banda conformada por más de 10 hombres y habría asesinado a la joven por venganza, pues creía que ella sabía dónde estaba escondida una droga que, meses atrás la pareja de Mirlybeth le había robado.
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