Jennifer Orozco | La Prensa.- Bocabajo, vistiendo un pantalón verde militar de campaña, franela negra y con toda la cabeza destrozada quedó el cuerpo del vigilante Yuvem Leudis Morales López (35), hombre de origen guajiro, quien estaba al cuidado de la finca “La Perdomera” vía El Picure, a 15 minutos de Manzanita, municipio Simón Planas.
“Se vino de Maracaibo para no regresar más”, dijo el hermano menor de Yuvem entre lágrimas, quien contó lo poco que sabía. Señala que el compañero del vigilante y encargado de la finca a quien identificó como “Julián”, es el único que sabe qué pasó la noche del domingo.
Trascendió que Yuvem vivía dentro de la finca en una pieza que se ubica en la entrada de la propiedad. En esa pequeña casita blanca estaba el cuarto del “guajiro”, la cocina, un baño y el otro cuarto donde duerme “Julián”. Sólo ellos dos se quedaban en la noche dentro de la finca.
Pero la tarde del domingo, “Julián” salió cerca de las 6:00 de la tarde. Aparentemente, el hombre fue hasta Manzanita a tomarse uno tragos con otros obreros de la finca y se quedó en casa de uno de ellos, algo que “Julián” nunca hacía.
En todo esto, el encargado dejó a Yuvem solo por primera vez desde noviembre, mes en el que el “Guajiro” se mudó a “La Perdomera” para laborar.
Según una fuente policial, “Julián” llegó el lunes a las 9:00 de la mañana, abrió la puerta de la casita y se encontró con el cuerpo sin vida de Yuvem.
El “Guajiro” estaba bocabajo en una escena de película de terror. Los sesos del hombre estaban de un lado del cuerpo, sus dientes postizos volaron unos tres pasos de él y las muelas estaban regadas en el piso.
La hamaca se mecía con la brisa que entraba por una pequeña ventana abierta. La ropa de Yuvem estaba intacta, el televisor estaba encendido, pero no se veía ningún canal. La comida estaba en el mismo tobo amarillo en la que el “Guajiro” la guardaba.
Lo único que faltaba en la casita era la pajiza y un revólver calibre 38 con el que Yuvem se defendía en su trabajo como vigilante.
De inmediato, “Julián” llamó a los hermanos de Yuvem que trabajan en una finca a unos 20 minutos de “La Perdomera”. Ambos hombres llegaron y se derrumbaron al ver el cuerpo del “Guajiro”.
El dueño de la finca llegó a ver qué había sucedido. Se encontró con la terrible pérdida, pues aseguró que Yuvem era un trabajador honesto.
Ni sus hermanos ni su jefe saben si el vigilante tenía pareja o novia, si esa noche alguien entró a la finca o si en algún momento Yuvem salió y lo siguieron. Todas esas interrogantes serán investigadas por los detectives del Cicpc.
Yuvem había pasado roncha en Maracaibo. Él junto a su familia viajaron desde la Guajira al centro de Maracaibo muy jovencitos para dedicarse a la albañilería con su papá. En el 2001, Yuvem decidió pagar el servicio militar, donde estuvo hasta el 2004. Siguió en el trabajo de construcción, hasta el 2014 donde entró a ser reservista de la milicia.
Tras regresar de sus cursos, Yuvem estuvo haciendo pequeños trabajos, pero el desempleo le había golpeado el bolsillo fuertemente.
El octubre conoció a un hombre de Maracaibo que le dijo que necesitaba personal en su finca, pero que estaba en el estado Lara. El “Maracucho” necesitaba vigilantes.
Yuvem y sus dos hermanos menores aceptaron viajar al estado Lara. El “Maracucho” empleó a los dos hermanos del “Guajiro”, mientras que él fue recomendado en “La Perdomera”, donde quedó trabajando de inmediato en noviembre.
Le iba bien con su trabajo y semanalmente enviaba dinero a su hija de 9 años y a su familia en Maracaibo.
La última vez que sus hermanos lo vieron fue el jueves pasado cuando se fue a cortar el cabello en la finca donde ellos trabajaban, pues su hermano menor además de vigilante, es barbero.
El hermano, entre la tristeza, contó que ese día Yuvem estaba muy contento y hablaron mucho.