viernes, 22 noviembre 2024
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El Guly cambió la historia de artesanía en Jiménez

Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA. – Hablar del «Guly» es trasladarse a esos años de terror que vivieron en Jiménez. El municipio, desde donde operaba el hampón más buscado del estado Lara, se convirtió en uno de los más candelas y sangrientos, pues él cambió la historia de la artesanía, de los colores y telar de Tintorero, así como también de la producción de alimentos, para convertir a Jiménez en una zona roja para los habitantes y los turistas.

La delincuencia le quitó el brillo y la cultura a Jiménez, pues desde hace unos 15 años el turismo en el municipio se ha visto afectado debido a que delincuentes como el «Guly» y sus aliados, robaban, extorsionaban y hasta secuestraban, además que las vías se volvieron intransitables pues los delincuentes lanzaban «miguelitos» para robar a los transeúntes, situación que hizo que muchos dejaran de visitar los sectores del municipio.

Detrás de ese hombre de piel blanca y ojos verdes se escondía una mente criminal, esa que lo llevó a cometer al menos 40 homicidios y 18 secuestros. Carlos Eduardo Pérez era su nombre y destaca como uno de los delincuentes que pudo huir de la justicia por casi una década.

Han pasado casi ocho años de la muerte del «Guly» y los quiboreños aún recuerdan ese día de pies a cabeza. Fue el 9 de mayo de 2013 que le pusieron fin a sus fechorías, luego que cayera tras un enfrentamiento contra funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Ese día desde la madrugada funcionarios de la GNB y el Grupo Antiextorsión y Secuestro (GAES), estaban rodando en el barrio José Amado Rivero de Quíbor, pues allí vivía una pareja del «Guly». No fue sino hasta mediodía que el hombre llegó, se bajó de una camioneta Silverado y tras él su «escolta», Luis Salvador Yépez. Ambos entraron a la vivienda.

Pocos segundos después, a la misma casa llegaron los funcionarios, tenían entre ceja y ceja, detener al «Guly», luego de permanecer ocho meses en investigación porque estaba involucrado en varios secuestros y crimines. Ese día no tuvo escapatoria, los militares le dieron la voz de alto, pero el hampón más buscado de Lara, no se las puso fácil y abrió fuego contra la comisión originándose un fuerte intercambio de disparos.

El primero en caer herido fue su fiel compañero guardaespaldas, Luis. Pocos minutos después las balas impactaron al «Guly», a los dos los trasladaron hasta el Hospital de Quíbor, pero tras ser ingresados murieron.

Los vecinos de la comunidad apenas escucharon la plomazón se resguardaron, sabía que esa guerra campal era con el «Guly», pero lo que no se imaginaron es que el tiroteo era contra funcionarios.

Desde ese momento y por varias horas, el barrio estuvo militarizado, al igual que el Hospital de Quíbor, pues muchas personas se acercaron a corroborar que el hampón estaba muerto.

Carrera hamponil

Era mucho lo que se decía del «Guly», que fue por un tiempo cebollero y luego trabajó en el Sistema Hidráulico Yacambú, pero cuya carrera delincuencial comenzó cuando robaba carros, luego la ambición por el dinero lo habría llevado a cometer más fechorías.

Al «Guly» se le veía en camionetas de último modelo y se la pasaba en una Toyota Hilux blanca. Habitantes de Quíbor y otros sectores, cuando la veían pasar sabían que iba a correr sangre, pues cuando esa camioneta salía era porque alguien iba a morir. «El «Guly» se la pasaba en camionetas muy campante por Quíbor, era bien vestido y quien no lo conocía no lo identificaba como hampa», dijo un habitante del sector.

Poco a poco, el criminal agarró «poder» y llegó a tener al mando alrededor de 40 hombres, algunos no llegaban ni a 18 años. Se apoderó de tres caseríos Guadalupe, Arenales y El Pueblito, de hecho en esa zona decían que tenía tierras porque se las había robado.

La banda del «Guly» comenzó a expandirse, mantenía azotados a los municipios Jiménez, Morán e Iribarren donde cobraba vacuna a los comerciantes a cambio de darles protección contra robos y secuestro, siendo, irónicamente este último delito, uno de los más cometidos por el mismo Guly. Uno de los casos por el que se le recuerda y por el que lo señalaron fue el del comerciante Sirio de nombre Yamén Al Chaer, quien fue secuestrado en Barquisimeto y por cuya liberación pedían una alta suma de dinero en bolívares.

Los secuestradores no pararon de llamar a su familia. Tras cuatro días en cautiverio, el cuerpo de Yamén fue hallado en el kilómetro 17 vía Quíbor, presentaba heridas por arma de fuego.

Entre los 40 crimines que cometió también está la muerte de un funcionario de Polilara y su expareja.

Con tentáculos

El «Guly» tenía tentáculos en las comunidades, presuntamente, dentro de los cuerpos de seguridad y hasta tenía «apoyo» de algunos productores de la zona, pues según él los ayudaba a escoltar las cargas a otros estados para evitar que los robaran y de alguna manera estos le pagaban los favores. Pero para ese entonces no se supo cómo le pagaban.

Comerciantes, empresarios y gente del gobierno pagaban vacuna y de alguna manera fortalecieron el poder hamponil del «Guly».

Fuentes policiales contaron que con el dinero de las extorsiones y secuestros compraba armas de alto calibre. Llegó a tener un arsenal. Una de sus toñecas, era la subametralladora automática, arma que supuestamente el «Guly» la mandó a traer desde Italia.

Se fotografiaba con sus armas y luego las presumía para que la gente viera el «poder» que tenía. También se le veía en sitios públicos haciendo vida «social».

Unas guaridas

La belleza del caserío Guadalupe, ubicado a 7 kilómetros de su capital, Quíbor, y a 29 kilómetros de Barquisimeto, donde sus artesanos realizaban maravillosas obras elaboradas en madera, mientras que otros trabajaban en la tierra, se convirtió en una de las «guaridas» preferidas del grupo hamponil del «Guly».

Las quebradas secas de Guadalupe que conectaban con otros caseríos, eran las preferidas por los hampones, que en su mayoría se formaron bajo la influencia del «Guly».

Pero Guadalupe no fue el único caserío de Jiménez donde se escondían, también usaban las montañas, esas donde había difícil acceso de los cuerpos de seguridad.

Toman el mando

¡A rey muerto, rey puesto!. Una vez murió el líder de la banda del «Guly» quedaron sus aliados, que para ese entonces eran cuatro, quienes estaban a la par con él. El «Caco», el «Estrellita», el «Armandito» y el «Pollo» eran los nombres más sonados en Quíbor.

Fuentes policiales contaron que el «Pollo» presuntamente, agarró el mandato, pues sabía dónde estaban escondidas las armas, además que se convirtió en uno de los «herederos del Guly», según contaron habitantes de Quíbor.

Aunque las autoridades de seguridad en el estado Lara pensaron que con la muerte del «Guly» los índices delictivos en el municipio Jiménez iban a bajar, resultó todo lo contrario. Las extorsiones, amedrentamientos y secuestros continuaron, presuntamente, a manos del «Pollo».

Hubo algunos integrantes que se desligaron y formaron sus propias bandas, como el caso del «Yunior» quien era líder de «Los Robin Hood de la Recta», que se dedicaban a lanzar «miguelitos» en las autopistas.

En noviembre de 2013, mismo año que murió el «Guly», el «Pollo» sentía que los funcionarios lo tenían cercado y luego de presuntamente consumir una alta dosis de droga, se disparó con un FAL en la cara en un intento fallido de suicidio para evitar ser capturado. Desde ese momento quedó detenido, pero el año pasado se fugó de una cárcel en Carabobo y su paradero es desconocido.

Carlos Alfredo Bonilla González, apodado el «Caco», cayó tras un presunto enfrentamiento contra funcionarios del Cicpc en Villanueva, municipio Morán, en mayo de 2016.

«El Caco», era señalado en al menos ocho homicidios, la mayoría en Quíbor, municipio Jiménez, estaba enconchado en un rancho de bahareque detrás del cementerio de Villanueva.

Aunque cargaba una cédula falsa con el nombre de José Gregorio Aranguren Santana, los funcionarios le «pisaban» los talones y sabían que se trataba del «Caco», además era uno de los más buscados en la región.

Era mejor amigo de Carlos Eduardo Pérez alias «El Guly».

Lo ubican

José Gregorio Yépez Silva, el «Yunior», líder de la banda de «Los Robín Hood de la Recta», murió en manos del Cicpc en octubre de 2018, en el caserío Boro Maraca de Morán. Era miembro de la extinta banda del «Guly», quien fue su mentor y lo introdujo al mundo hamponil, había cometido extorsiones, robos y homicidios.

Los veían como los «Robín Hood»

Aunque los miembros de la banda del «Guly» cometían robos, secuestros y homicidios, algunos quiboreños los veían como unos «Robin Hood» y es que en caseríos en donde el hampón se «enconchaba» le daba trabajo a los habitantes y hasta les compraba comida.

El día de su muerte fueron muchos los que se acercaron al Hospital de Quíbor para confirmar que si había muerto. Algunos estaban tristes por su muerte y decían que él «ayudó a muchos».

En la búsqueda del «Guly», cayeron alrededor de ocho tipos entre detenidos y abatidos, algunos presentaban registros policiales.

El «Estrellita» se encuentra recluido en cárcel de la Cuarta en San Felipe, su apodo salió a relucir el año pasado, cuando el comisario Douglas Rico lo señaló como miembro de una banda.

 

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