Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Muerto quedó en el patio. Una mancha de sangre se le apreciaba en el costado derecho. “Yo no sé cómo lo mataron. Él llegó a visitar a mi hijo, se fue para el patio y cuando lo vi, estaba tirado en el piso”, fue lo poco que informó el dueño de la casa donde un muchacho murió de dos disparos en el barrio La Pradera en El Jebe.
A las 2:30 de la tarde llegó “Johan” al sector dos de la comunidad. El chamo desde la entrada de la casa le preguntó al dueño de la vivienda: “¿Dónde está su hijo?”, y el señor le contestó que había salido a comprar comida.
“Johan”, le pidió permiso para ingresar a la vivienda y esperar a su pana. Luego de eso, el chamo caminó hasta el patio mientras que el dueño de la casa se acostó en su habitación.
Le propina descarga sin querer
“¡¡¡Pum!!!” sonó a los minutos y el propietario de la casa salió y consiguió muerto a “Johan” y muy cerca de él, en el piso, estaba un arma de fuego tipo chopo calibre 12.
“Yo creo que él se pegó un tiro porque no vi a nadie. Él creo que estaba manipulando esa arma”, explicó el señor a La Prensa quien estaba muy confundido por lo ocurrido.
El cadáver de “Johan” estaba tendido bocarriba. Vestía una camisa blanca y debajo de esa tenía otra de color gris, cargaba puesto unos pantalones jeans, un reloj negro en su mano derecha y unos zapatos de cuero marrones.
Dos agujeros de tamaño pequeño se le apreciaban en la camisa, alrededor un mancha de sangre. Encima de una mesa estaba el chopo con el que, según el señor, se le escapó el disparo.
A los 30 minutos de la muerte llegó el hijo del señor y comentó que “Johan” era su compañero de trabajo en un puesto donde arreglaban teléfonos celulares desde hace tres años, en la carrera 22 con calle 25 en el centro de Barquisimeto.
GNB captura a la usurpadora
Dijo que “Johan” lo visitaba en algunas ocasiones. Pero el muchacho, tampoco supo explicar cómo fue que lo mataron. “Yo creo que él llegó con esa pistola y la manipuló hasta que se pegó el tiro”, dijo el chamo.
En la casa habían dos policiales estadales custodiando el cuerpo de “Johan”, quien no portaba ningún tipo de identificación y quienes lo conocían sólo sabían su nombre.
Un yerno del dueño de la casa y que también labora reparando teléfonos cerca del puesto de “Johan” , contó que pasó toda el día del lunes aconsejándolo porque “El diablo quería su cabeza. Yo soy cristiano y por eso le hablé de Dios a Johan. El Señor me reveló que debía aconsejarlo”, explicó este hombre a La Prensa.