Jennifer Orozco | LA PRENSA.– “Móntate que ahí viene la culebra mía”, le dijo un hombre conocido como el “Gordo” a Luis Rubén Silva García (26). Ambos hombres se subieron a una camioneta y aunque el “Gordo” condujo a toda velocidad, sus enemigos los siguieron y les propinaron unos seis disparos, hiriéndolos a ambos.
Según cuenta Luis, el chamo estaba caminando por su casa en Cerritos Blancos, cuando vio al “Gordo”. El tipo estaba montando unas bombonas en una camionetica tipo Dama, color blanco. Le dijo a Luis “chamo, acompáñame a llevar estas bombonas a Santa Isabel”, y el hombre aceptó, se subió de copiloto y arrancaron.
Cuando ya estaban llegando al sitio, el “Gordo” se detuvo en un taller mecánico entrando a Santa Isabel. Ambos hombres se bajaron y estaban echando cuentos, cuando el conductor le dijo a Luis que se subiera porque la “culebra” venía. Allí Luis dice que se dio cuenta que eran enemigos del tipo y él se montó rápidamente.
Salieron de Santa Isabel con dirección a Cerritos Blancos nuevamente, pero los enemigos del “Gordo” lo siguieron hasta alcanzarlo y en plena avenida en persecución, como de película de acción, dispararon seis veces en contra de la camioneta Dama.
Los agresores arrancaron dejando a los hombres heridos. El “Gordo” salió de la camioneta y se tiró en el piso, mientras que Luis se quedó en el asiento de copiloto, bañado en sangre. Un camión 350 pasó y auxilió a ambos, trasladándolos hasta el Hospital del Seguro Pastor Oropeza.
En plena atención médica de Luis, quien recibió un disparo en la columna y otro en el brazo izquierdo. El “Gordo” quien, supuestamente, tenía un disparo en el cuello salió corriendo y se piró.
Los doctores explicaron que por ser una herida tan profunda corría riesgo de perder su vida. “Por ahí volverá para ser atendido”, dijo una de las enfermeras.
Mientras tanto, a Luis lo trasladaron al Hospital Central, donde una placa reveló que el disparo estaba alojado en la columna y que necesitaba operación inmediata.
Luis no quiso revelar el nombre del “Gordo”. “Yo no lo conozco de verdad ni sé cómo se llama, sólo lo iba a acompañar. Qué sé yo qué enemigos tiene”, repetía el joven a los funcionarios policiales del hospital.