Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- La impotencia y el dolor de estar sentada sobre una silla plástica a cuatro metros de distancia del cadáver de su hijo Mario José Mendoza Martínez (23), hizo que se fumara con intensidad un cigarrillo.
Ya consumido, lo lanzó al piso de cemento como en un gesto de rabia por lo ocurrido; se trataba de su único varón, y era más que justificado el sufrimiento. Al lado, también quedó tendido su amigo Luis Eduardo Zavarce Medina (21).
Aura Josefina Mendoza, de 57 años, lleva ocho meses trabajando como aseadora en el baño de damas que tienen dispuesto en el mercado San Juan, y además se ocupa de recoger los desperdicios en los alrededores.
Un poco más tranquila, relataba desde el interior de un viejo edificio ocupado por 32 familias desde hace unos ocho años, situado en la calle 31 con carrera 17 que ella le había comprado papas y plátanos, también azúcar para agregarle al café que iba a preparar. Antes de eso, la vecina de al lado le ofreció una taza de sopa a su muchacho para que complementara el almuerzo.
Aura Josefina decía que vivía allí con los dos jóvenes. Mencionaba que antes de las 7:45 pm cuando se produjo el hecho, dos tipos desconocidos ingresaron abruptamente al lugar, sacaron sus armas y arremetieron contra Mario José y Luis Eduardo cuando conversaban.
Personas residenciadas en inmuebles cercanos escucharon ocho detonaciones, la misma cantidad de conchas de bala que quedaron desperdigadas alrededor de los dos cuerpos.
Aura Josefina Mendoza recordaba que hace dos semanas, una comisión del Cicpc integrada por más de 10 funcionarios allanaron en la ocupación, llevándose detenidos a cuatro personas, entre ellos a Mario José y Luis Eduardo.
Funcionarios de la División de Investigaciones contra Homicidios acudieron a hacer el levantamiento planimétrico.