Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.– Por años las mujeres se han convertido en «arrastradoras», son usadas por criminales para enganchar a hombres bien sea para robarlos o para consumar una venganza. En al menos una década, en el estado Lara se han registrado este tipo de delitos y aunque han logrado atrapar a varias mujeres involucradas, son muchas las que logran escabullirse de la justicia.
El 29 de mayo de 2009, Yonny Enrique Rodríguez, quien tenía para ese entonces 32 años de edad, llegó a la plaza Miranda ubicada en la carrera 15 con calle 60 junto con una dama, ambos se sentaron en uno de los banquitos y comenzaron a echar cuentos. Dicen las personas que hacen vida en los alrededores de la plaza, que desde que ellos llegaron los vieron muy cariñosos, por lo que presumieron que se trataba de una pareja.
Yonny junto a la dama estaban sentados uno al lado del otro, no pasó ni media hora, cuando se estacionó un Volkswagen y se bajaron dos jóvenes, andaban vestidos con chemise beige, como las del liceo, poco a poco se fueron acercando a la pareja.
Al ponerse al frente de Yonny, no dijeron nada, sólo sacaron un arma y comenzaron a dispararle al hombre. El joven quedó tendido de un lado, pero recostado en el banquito.
Como era a plena luz del día y tras escuchar la ráfaga de tiros, los vecinos salieron a ver qué estaba pasando y quedaron sorprendidos.
Lo dejó morir
Tras cometer el crimen, los homicidas salieron corriendo, pues observaron que muchas personas se asomaron a ver qué estaba pasando. Al mismo tiempo en el que los matones corrían, la joven que acompañaba a Yonny también lo hizo.
Luego que los criminales huyeron la mujer no regresó a la escena del crimen, por lo que la hacía sospechosa, según comentaron los vecinos de la comunidad.
En el sitio del suceso quedaron ocho conchas de balas y la víctima presentó al menos siete heridas en su cuerpo.
Las personas que estaban en la plaza de inmediato llamaron a la Policía para informar sobre el crimen y al poco tiempo llegaron para resguardar la escena y que los funcionarios del Cicpc hicieran las experticias e investigaciones sobre el homicidio.
Los vecinos de la comunidad les contaron a los funcionarios lo que habían visto y sobre la dama que estaba con él, pero que huyó una vez asesinaron al hombre.
A través de una llamada es que los familiares de Yonny se enteraron de su muerte. Al no estar identificado los funcionarios comenzaron a buscar entre sus pertenencias para lograr identificarlo y así fue como hallaron un celular y de allí se comunicaron con la familia y le dieron la noticia.
La noticia de que habían matado a una persona del barrio Las Tinajitas corrió como pólvora; de hecho, los familiares de Yonny escucharon, pero no se imaginaron que se trataba de él.
Yonny era una persona muy reservada y hablaba poco, según comentaron sus familiares a LA PRENSA, hace trece años atrás.
El día que ocurrió el crimen, Yonny salió de su casa en la mañana y no dijo a donde iba, esa fue la última vez que lo vieron con vida, pues horas después una llamada les confirmó que el habitante de Las Tinajitas que habían matado era Yonny.
«Pichadora»
Al momento en el que los familiares se enteraron que Yonny estaba con una mujer cuando ocurrió el asesinato, se sorprendieron. Contaron que él era casado y que no se habían enterado que tenía novia.
Para ese momento, los familiares de la víctima señalaron a esa mujer como la «pichadora».
Un familiar contó que la dama era la «pichadora» por la forma en la que se fue y no regresó a ver qué le había pasado. Ellos sólo exigían justicia por su muerte.
Mientras que el Cicpc hacía su trabajo para lograr ubicar a la mujer que era la única testigo presencial del crimen y podía dar las características de los criminales, no fue posible dar con su paradero, las personas que la vieron correr no dieron detalles sobre ella, pues todo pasó muy rápido.
El asesinato se manejó como una venganza, pues no se llevaron nada de sus pertenencias, por lo que los funcionarios descartaron el robo como móvil del homicidio.
Así como esta mujer pudo ser un señuelo para que asesinaran a este hombre, son muchas las que se han involucrado con bandas delictivas en el estado.
Hace cinco años, una mujer fue un señuelo para que mataran a un taxista. Héctor Rojas (47) estaba en la línea Mercabar y ese día bien temprano una mujer le llegó y le solicitó una carrera para el barrio El Carmen.
El taxista la montó, pero al parecer durante la carrera hubo un cambio de ruta y la mujer lo habría llevado hasta la carrera 9A del barrio y allí la esperaban unos hombres, quienes despojaron al taxista de su Daewoo Espero negro y le dispararon en el pecho.
La víctima quedó tendida en la calle y malherida, mientras que los delincuentes escaparon con el carro. Aunque fue auxiliado y llevado al Hospital Central de Barquisimeto, el taxista murió.
Roles en el crimen
Los roles de las mujeres dentro del crimen organizado son varios; sin embargo, uno de los más comunes es el ser «señuelo», es decir, la persona encargada de ubicar a la víctima. Las féminas pueden hasta entablar una conversación para así envolver, principalmente a los hombres, y en ese momento es cuando se cometen los delitos como el robo, extorsión, secuestro y homicidio.
Para el año 2018, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) informó sobre el aumento de las cifras de mujeres involucradas en hechos delictivos en Lara.
Según datos de la ONG, ese incremento se ubicó en más del 200% con respecto al 2017, que para ese año el sexo femenino representó 10,8% de quienes cometen homicidios, mientras que para octubre de 2018 la intervención de las mujeres en el delito fue de 35%, lo que representa un total de 613 mujeres incorporadas en el mundo delincuencial.
La ONG informó que en años anteriores la figura femenina se veía mayormente involucrada en robos a unidades de transporte público, despojando a los pasajeros de sus pertenencias personales, dinero y celulares.
Año tras año esto fue cambiando y ahora los delitos más comunes donde aparecen las mujeres involucradas son extorsiones, frecuentemente para figurar como la persona encargada de recibir el pago por extorsión, tenencia de drogas y complicidad en el robo.
En otros países, también se ven casos de mujeres que son usadas como señuelos, pero también están las que transportan droga de un lugar a otro y que constituyen el eslabón más débil o de mayor subordinación dentro de la cadena del narcotráfico, según una investigación realizada por InSight Crime.
Una mujer lo llevó engañado
Gustavo Rojas Galué (29) y su amigo Ender viajaron desde Carabobo hasta Barquisimeto, pues comprarían un carro que habían visto por Facebook. El encuentro sería en el Sambil, pero una vez ellos llegaron los «vendedores» cambiaron el sitio de encuentro.
El hecho ocurrió en 2019, los «vendedores» le pidieron que se trasladaran hasta Las Veritas, ubicada al norte de Barquisimeto y que los esperarían en la pasarela. Para no perder el viaje, los amigos decidieron trasladarse hasta el sitio que acordaron.
Al llegar los estaba esperando una mujer, era delgada, cabello negro y tenía un tatuaje en la pierna. Ella les dijo que a una cuadra estaba el Aveo 2011 que comprarían. Ender, que es exfuncionario del Cicpc, prefirió bajarse del carro y caminar con la mujer, algo le decía que podía estar en peligro.
La mujer tatuada sirvió como «señuelo», se fue caminando con ella, pero Gustavo no quiso dejar solo a su amigo y se fue lentamente detrás de ellos, pero en el vehículo.
Minutos más tarde los emboscaron dos delincuentes. Gustavo, que estaba dentro de su Corsa fue amenazado por uno de los delincuentes y él se asustó, aceleró el carro y le dispararon en la cabeza, muriendo una hora después.
Al no conseguir el dinero, los delincuentes huyeron junto a la mujer.
El joven recibió múltiples disparos
Alfredo Alexander Varela García, de 24 años, fue asesinado de múltiples disparos en la urbanización Los Naranjos, en La Cooperativa, zona norte de la ciudad de Maracay, el hecho ocurrió hace un mes.
La madre del joven comentó que una mujer de la «vida alegre» fue quien lo «pichó» con los delincuentes.
El colector de transporte público fue asesinado a las 9:50 de la noche, el joven iba caminando a verse con la mujer cuando un vehículo, en donde viajaban al menos dos personas, se le cruzó en su camino.
Uno de los ocupantes del carro, del cual se desconocen detalles, se bajó de este y le efectuó unos seis disparos, todos fueron a nivel del rostro. Su muerte se produjo casi de manera inmediata.
Además, el familiar contó que luego del crimen la mujer emprendió la huida con rumbo desconocido e igualmente los homicidas. Se sospecha que «la pichadora» huyó del barrio con los delincuentes.
Por lo tanto, el móvil del crimen del joven se relaciona con un drama pasional.
La mujer, supuestamente, mantenía relaciones con varios hombres.
Le cortó el cuello con una botella
Hace cinco años, Luis Enrique Isea, de 34 años, fue asesinado por su pareja cuando regresaban a casa, ubicada en la parte baja del barrio Los Pinos, en Las Adjuntas, Caracas.
A pocos metros de llegar la pareja comenzó a discutir, a Luis se le cayó una botella de licor que tenía en la mano y Krismar Villamizar, de 42 años, recogió un trozo y le cortó el cuello. La herida fue en la vena yugular.