viernes, 22 noviembre 2024
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Cura perdona a sus secuestradores

Euseglimar González |LA PRENSA.- “Suplico a Dios por esos jóvenes que están descarrilados”, fue lo primero que pregonó el sacerdote Juan Carlos Guevara al hablar sobre el secuestro exprés que sufrió y los delincuentes que lo maltrataron.

Gregori Adrián Rojas Carrillo (22) y Albert José Castillo Silva (21) fueron detenidos el martes en la noche por funcionarios de Inteligencia de Polilara cuando mantenían secuestrado al padre. Los policías lograron rescatar al cura sano y salvo, además recuperaron el carro que había sido robado.

El martes a las 5:30 de la tarde, el padre salió a bordo de su Toyota Corolla, color plata, junto a dos mujeres, ambas de la Universidad Católica de Santa Rosa en Caracas. Ellas estaban en Lara por un acto de grado que se realizó al mediodía en El Manzano. Luego de eso, se fueron para Agua Viva pues el sacerdote quería que ellas compraran artesanía para que se la llevaran de recuerdo.

Cuando estaban terminando de hacer sus compras en el local “Bachaco Rojo” de la calle Araguaney, dos malhechores llegaron hasta donde estaba el Corolla y preguntaron que quién era el dueño.

Cuando el padre Juan Carlos les respondió, los hampones le dijeron que era un atraco y que les entregara las llaves. “En ningún momento me opuse a ellos. Les entregué las llaves”, recuerda el sacerdote.

Cuando uno de los choros toma el volante el carro no le prendió. El otro malandro que estaba de copiloto, le exige a la víctima que se suba al carro y sea él quien maneje. El cura, sin nervios, se montó pero antes les dice a las dos mujeres que lo acompañaban que se queden allí tranquilas. Los choros se montaron y él comenzó a manejar.

Cuenta Guevara que no sabe cuántos minutos recorrió con los dos hampones. Él solo miraba la carretera y sus manos sujetaban el volante, pero en un largo trayecto, aún en Cabudare uno de los malandros le pide que se estacione. Es en ese momento, que se monta un tercer malandro, entonces cambian de asientos dentro del carro; Juan Carlos pasa a un asiento en la parte trasera y el malandro que buscaron es el nuevo piloto.

Durante ese intercambio, uno de los choros bajó de la maletera unas cajas que presumen sea unas medallas de las graduaciones de Teología. Antes de que pusieran el Corolla en marcha, el religioso describió el lugar como muy oscuro, veía pocos bombillos a sus alrededores. “En ese momento uno de los malandros se montó conmigo y me sometió con la pistola. Me dijo que mantuviera la cabeza hacia abajo”.

Luego de eso, continuaron el trayecto. Desde el momento del secuestro del padre, las damas que se quedaron en Agua Viva comenzaron a llamar a la policía y pedir auxilio. Desde entonces, Polilara inició las labores de inteligencia y el rastreo del vehículo con el GPS.

En el carro, Guevara escuchaba las conversaciones de los hampones y decían entre ellos que sentían que lo estaban persiguiendo.“¿Dónde está el GPS de este carro?”, le preguntaron en varias oportunidades al sacerdote, pero él no tenía una respuesta. El Padre recuerda que en ningún momento sintió temor. “Siempre me mantuve sereno”.

Funcionarios presumen que los malandros ruletearon al cura desde Agua Viva y se dirigieron a la Circunvalación Norte. En el sector Los Luises, los de Inteligencia logran dar con el vehículo y en el estadio de esa comunidad comienza la persecución.

Los funcionarios antes de entrompar de forma violenta, fueron prudentes. El carro se fue hasta el barrio El Carmen, pero cruzó en carrera 2B y se fue hasta las calles 8 y 8A, allí se detuvo y unos de los choros apodado el “Alex” se bajó y Polilara aprovechó ese momento para darle captura a los dos choros porque “Alex” se fugó.

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