Jennifer Orozco | LA PRENSA.- Carolina lo perdió todo. Estaba trabajando cuando una vecina le avisó a las 3:00 de la tarde de ayer que su ranchito había agarrado candela. Un cable cayó sobre el acerolit y eso produjo el incendio que acabó con cuatro viviendas más en la invasión Nueva Jerusalén, en la entrada de Los Crepúsculos.
Cuenta Carolina, entre lo poco que podía hablar, que la tarde del domingo veía cómo el bombillo de su sala bajaba y subía la intensidad de la energía. “Son los cables”, le dijo una vecina mientras ambas se asomaban a la calle a ver el cableado improvisado que hicieron para que la invasión tuviese luz.
Los cables se movían de un lado a otro con el viento y rozaban el techo de acerolit del rancho de Carolina. El lunes temprano, la mujer salió a trabajar y llevó a sus hijos a la escuela. A mediodía el cable seguía rozando el techo caliente por el sol.
Según explicó un funcionario bomberil, como el acerolit estaba caliente derritió la cobertura del cable y al abrirse echó chispas. El techo y la madera con que se sostenía agarraron candela y en cuestión de 10 minutos estaba desplomado ese rancho y el fuego había agarrado a otros cuatro más.
De esas cuatro viviendas salían sus habitantes llorando y asfixiados por el humo, pero tratando de sacar sus enseres más importantes.
A la orilla del buco que bordea la invasión, los afectados fueron poniendo neveras, cocinas, escaparates, ropa, juguetes y comida. Muchos se olvidaron de lo más importante: las bombonas. Bomberos tenían que meterse a rescatar las bombonas prendidas en candela con el temor de que explotaran y ocasionaran una tragedia peor.
Oleida Peña, del consejo comunal, explicó que ya han llevado oficios a Corpoelec, pero que nadie les presta atención.
“Porque somos una invasión dicen que no podemos tener servicio eléctrico. Igual somos venezolanos, es injusto”, dijo Oleida.
El cableado lo hicieron los vecinos y está conectado directamente a los postes de luz, en la calle. Bomberos con cisternas tardaron tres horas en sofocar el fuego.
A las misma hora, pero en Lomas de Virgilio Suárez, en Pavia, Isabel de Lucena estaba prendiendo un fogón para hacer arepas antes de que sus chamos volvieran de clases.
Ella colocó la leña en un cuartico de bloque donde estaba el lavadero, le echó gasoil y lo prendió. Una vez encendido “fue a echar las arepas al budare”, cuando ve que tiene las piernas envueltas en llamas.
Salió corriendo desesperada y chocó contra su cama, que inmediatamente agarró fuego también. En minutos, Isabel estaba perdiendo todas sus pertenencias por un fuego voraz que consumió hasta sus documentos personales.
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