La proliferación de grupos delictivos liderados por figuras como «El Guly», sumió a Lara en un espiral de violencia
Euseglimar González | LA PRENSA DE LARA.- Diez peligrosas bandas delictivas sembraron el terror en el estado Lara. Grupos como el «Guly», el «Orejón», los «Cara Sucia» y los «Intocables» mantuvieron a la población al borde del abismo.
Los integrantes de estas peligrosas bandas cometían desde robos hasta homicidios, operando con impunidad y generando una ola de hechos sangrientos que sacudió al estado, hasta el punto que la rivalidad hacia que interdiario o semanal una familia se enlutara.
Por una década, la entidad larense fue referencia pero en la criminalidad, por las altas cifras de homicidios y secuestros. Desde las montañas, entre los municipios Morán y Andrés Eloy Blanco se gestaban los planes para ir contra las víctimas.
Una de las bandas que los larenses recuerdan y los lleva a esos años en el que el municipio Jiménez se convirtió en una zona roja para los habitantes y los turistas es la del «Guly». Hace unos 18 años, el municipio se vio afectado por este grupo delictivo y sus aliados, quienes robaban, extorsionaban y hasta secuestraban.
Detrás de ese hombre de piel blanca y ojos verdes, se escondía una mente criminal, esa que lo llevó a cometer al menos 40 homicidios y 18 secuestros. Carlos Eduardo Pérez, era su nombre y destaca como uno de los delincuentes que pudo huir de la justicia por casi una década.
La existencia del «Guly» transformó a Quíbor y sus caseríos cercanos, que se convirtieron en poblados muy violentos por ser «guaridas» para los hampones.
Quienes conocieron al delincuente indicaron que él sabía como «moverse» para evadir a los cuerpos de seguridad. Detallaron que llegó a tener un «cerco» por las relaciones que tenía entre empresarios de Jiménez, que los conocían porque les hacía de «escolta».
«En los caseríos se observaban adolescentes armados y manejando motos. El fue un maestro para la delincuencia no solo de Quíbor sino de gran parte de los municipios Morán y Andrés Eloy Blanco», comentó un habitante de Quíbor.
El «Guly» usaba las montañas de «guarida» para resguardarse y también para mantener en cautiverio a las víctimas de secuestro, que no eran liberados hasta que pagaban por su rescate.
En una década, en el estado Lara se registraron 5673 crímenes, en su mayoría fueron cometidos por delincuentes en medio de robos, ajuste de cuentas y secuestros, esto según los registros que a diario lleva LA PRENSA.
El 9 de mayo de 2013 le pusieron fin a las andanzas del «Guly», luego que cayera muerto en un enfrentamiento contra funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en Quíbor.
Pero el «legado» del «Guly» no se terminó, luego de su muerte algunos de los integrantes de su banda formaron otros grupos delincuenciales, llegando a ser el terror de los caseríos, como el «Pollo», el «Caco», el «Yunior» y «Estrellita».
La masacre
Hace quince años, una guerra entre bandas criminales del municipio Andrés Eloy Blanco terminó en un escenario sangriento. Seis cadáveres entre los matorrales, una batea y un riachuelo del balneario Agua Clara, estado Portuguesa, fue la escena que todavía sus habitantes recuerdan.
La zona estaba situada a unos 70 kilómetros de Sanare, población donde vivían las seis personas torturadas y asesinadas, que fueron raptadas por hombres armados, en diferentes sectores del municipio Andrés Eloy Blanco del estado Lara.
La masacre fue planificada por miembros de la banda de «Los Seminarios» por rencillas viejas contra «Los Carasucias», quienes operaban en Andrés Eloy Blanco.
Ever Yeinzon Escalona, conocido como el «Ever» fue el autor intelectual de la masacre de Chabasquén. Pero el «Ever» no actuó solo, otro hombre de nombre José estaría involucrado en el plan para masacrar a cuatro adolescentes y dos adultos.
Se supo que la masacre ocurrió por rencillas viejas en contra de «Los Carasucias». Ambas bandas se dedicaban al robo y homicidio, tenían en vilo al municipio Andrés Eloy Blanco en 2008.
El «Ever» cometió la masacre para vengar la muerte de su hermano, mucho tiempo después fue detenido y llegó a ser el pran de la cárcel Cepella en Guanare.
Con el pasar de los años, los delincuentes fueron expandiéndose a más ciudades del estado Lara y la criminalidad fue creciendo, hasta el punto de formarse bandas como los «intocables» que se dedicaban a robar quintas, no solo en la ciudad crepuscular sino también en Caracas y estados como Yaracuy y Portuguesa.
Quienes la integraban eran hampones que andaban «bajo perfil» y hasta decían que se trataba de exfuncionarios.
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