Guiomar López | La Prensa.- Asesinaron a un hombre ayer a las 2:00 de la tarde en La Lucha y los vecinos no escucharon ni “pío”. Pese a que la víctima fue atacada y le dispararon en tres oportunidades, logrando acertar sólo una vez en el ojo izquierdo. Se manejaba la hipótesis del robo.
Ese muchacho, que no superaba los 25 años, quedó tendido en la calle Florencio Jiménez, del sector D del barrio La Lucha. No cargaba cartera ni documentos de identificación, tampoco sus zapatos. Los vecinos simplemente se limitaban a decir “que no lo conocían”.
Estaba completamente descalzo, hasta sin medias. También carecía de reloj y cualquier otra prenda de valor.
Los habitantes veían de lejos, pero negando conocer cualquier información. De hecho, al menos cinco señoras estaban instaladas de lo más tranquilas echando cuento y al ser consultadas, sólo respondían: “Pregúntele a quienes viven por aquí”. Enseguida cargaron sus sillitas y despejaron un extremo de la acera.
Era visible el orificio en el ojo de la víctima, quien era moreno, delgado y de estatura mediana. Entre la sangre ya oscurecida, apenas se le apreciaba un intento de bigote, poco poblado. Vestía de franela verde con mangas azules y pantalón jeans.
Durante casi toda la tarde permaneció cubierto con una fina sábana amarilla, la cual llegaba hasta las rodillas. A partir de allí estaba su jeans de grueso ruedo, pero doblado hacia al frente y sus pies sin rastros de sucio.
El cuerpo yacía atravesado entre la acera y la calle, con sus extremidades inferiores suspendidas. Su cabeza quedó como si estuviera mirando hacia el cielo, pero sus brazos a la altura de sus orejas y con los dedos apretados.
En su alrededor estaban esparcidos los tres casquillos y en el portón de aquella casa verde se evidenciaba el rastro de uno de esos tiros. Sin embargo, los residentes en dicho inmueble negaron su presencia y que en ese momento estaban asistiendo a la iglesia evangélica, consiguiéndose con esta desagradable sorpresa al frente de la casa.
A simple vista, se notaba que este hombre tenía buen gusto al vestir. Mientras sus brazos estaban libres de tatuajes.
Los vecinos, al silencio perenne, dejaron todas sus obligaciones y se retiraron cerca de las 7:00 de la noche, cuando llegaron funcionarios del Cicpc a levantar el cuerpo.