LA PRENSA DE LARA.- La violencia no sucede por el hecho de ser hombre o mujer, la violencia es aprendida y deja huellas que no desaparecen. Durante mucho tiempo se ha hablado de la violencia hacia la mujer, enfocada en la cultura social que puso al hombre en una posición privilegiada, sin embargo, esto ha venido cambiando y poco a poco se va reduciendo esa brecha. No se puede negar que todavía existen patrones socio-culturales que se han mantenido y aún violentan a la mujer, pero desde un punto de vista humano, las respuestas al problema no se están enfocando correctamente.
Existen leyes en Venezuela que deberían amparar a la mujer, pero como muchas leyes existentes, no se cumplen cabalmente. Qué se puede esperar si el sistema de administración de justicia venezolano es corrupto e ineficaz, apegándose al lineamiento del partido de gobierno, al igual que las fuerzas públicas que tienen la obligación de hacer que se cumplan dichas normas establecidas.
Por otro lado, poco se habla de la violencia hacia los hombres, quienes también son víctimas de mujeres que usan la violencia como medio para «solucionar conflictos«. Esto deja a un lado un foco importante de información que permita estudiar la violencia de manera sistemática y encontrar las raíces que la desencadenan. Recordemos que la violencia es un ciclo en el que no solo participan hombres como victimarios y mujeres como víctimas, también se violentan las personas del mismo sexo y en menor proporción, mujeres a hombres. Parece más un problema de control de emociones y no de odio, dejando a un lado la diplomacia y las soluciones que no involucren la agresión.
Socialmente a la mujer se le ha permitido expresar sus emociones, caso contrario al de los hombres, ya que muchos las reprimen y esto puede convertirse en una olla de presión que puede explotar de muchas maneras, una de ellas es la violencia. Importante, no se está justificando la violencia, lo que se busca es ubicar su verdadero origen y actuar en ello, no solo generar leyes que la castiguen.
Por ejemplo, en muchos casos, las personas violentas aprendieron a resolver los conflictos de la misma manera que en sus medios de formación, es decir, naturalizan la violencia desde sus círculos familiares o cercanos, por ello es un error enfocarlo en un odio de hombres a mujeres o viceversa. Esto no quiere decir que no existan misóginos y misandricas, sin embargo, los números son muy bajos en esos casos.
Como presidenta de la fundación Mujer Tu Voz Tiene Poder y abogada dedicada a la atención de casos de violencia, me he encontrado que, en la mayoría de los casos, los factores influyentes están vinculados a la crianza, tanto la respuesta violenta del victimario como la respuesta sumisa de la víctima, detonadas por factores del entorno en el que se desenvuelven los involucrados. Esto quedó en evidencia como consecuencia de la pandemia. El aumento en
el número de casos de violencia intrafamiliar fue significativo y dejó expuesto una serie de factores que influyen en los conflictos violentos, aunque es mayor el número de hombres violentos, no es el odio hacia las mujeres uno de estos factores. Por ello, en los programas desarrollados por la fundación se incluyen tanto a las mujeres como a los hombres, en búsqueda de soluciones integrales, no solo asistiendo a la víctima.
Educarse para resolver conflictos.
Las personas pueden optar por educarse para el manejo de sus emociones y la resolución de sus conflictos, obteniendo herramientas y técnicas para el control de las respuestas violentas y poder evaluar otras posibilidades que permitan enriquecer las relaciones humanas y no destruirlas.
Existe solución para las personas violentas y está en sus manos cambiar el modo en que responden a los conflictos. Comuníquese a través de las redes sociales de nuestra fundación para explorar esta posibilidad
Por: Emilin Piña
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