LA PRENSA DE LARA.- Con el respeto que puedan merecer los familiares, parientes, amigos y en general a todos los caficultores venezolanos, sin distinción alguna, en esta oportunidad me dirijo a ustedes a fin de relatarles algunos puntos resaltantes en mi interminable lucha por las reivindicaciones otorgadas a los caficultores por el «Estamento Legal venezolano vigente y los Tratados Internacionales suscritos por la República,» esto, a petición de representantes de productores de café; con el agradecimiento de siempre por las benévolas palabras recibidas y, un respetuoso saludo a los integrantes de las humildes familias productoras.
Soy, Maximiliano Pérez, y en solidaridad con todos los caficultores del país, especialmente, con los que actualmente están siendo perseguidos porque supuestamente cometieron algunos delitos en defensa de sus Derechos Humanos Fundamentales, de la Constitución Nacional, de las leyes y los Tratados Internacionales suscritos por la república, como lo es, entre otros, la remuneración al trabajo, justa y suficiente, que permita cubrir las necesidades básica para sí y para su familia, tal y como lo tipifica la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, de 1948 y, el derecho a la protesta pacífica, tal y como está expreso en nuestro Estamento Legal, quiero expresarme en nombre de la Federación Nacional Caficultores de Venezuela y en el mío propio.
Ha sido muy larga y tortuosa la lucha realizada. Durante los cuarenta y dos años que le he dedicado a colaborar para tratar de restablecer el bienestar de las familias productoras de café a través del justo precio al trabajo, esfuerzo, tesón, perseverancia e inversión efectuado por los productores venezolanos de café. La protesta, como acción propia, ha sido el resultado de la LEY DE CAUSA Y EFECTO, es la reacción de un pueblo trabajador, perteneciente a una clase social que fue próspera, auto sustentable y auto suficiente, que llevó a Venezuela a la cúspide del mundo cuando nos fue reconocido que producíamos el mejor café del globo terráqueo y, éramos el segundo exportador mundial de esta noble cereza, éxito logrado en las situaciones más adversas, sin financiamiento, asesoría técnica, sin servicios públicos; electricidad, vías de comunicación, escuelas y sin servicio de salud, pero con libre mercado, la debacle cafetalera venezolana comenzó con la caída de los precios internacionales como resultado de la recesión económica mundial que comenzó en 1929. Desde aquel entonces empezó a fluctuar la producción, solventándose problemas en la medida que se presentaban, durante el último periodo del siglo anterior, cuando nos ahorcaban los precios, protestábamos, íbamos a Caracas, al Ministerio de Agricultura y Cría, al extinto Congreso Nacional y a Miraflores, quemábamos café y se nos reconocían precios que en muchos casos fueron de subsistencia, pero solventaban los problemas más coyunturales.
Ahora, por décadas hemos sufrido la inclemencia de un precio vil impuesto inmisericordemente, que en oportunidades no ha llegado al 10% del precio internacional protestado por todos los países productores registrados en la Organización Internación del Café, OIC. Mientras países como Nicaragua, en su prensa local, han publicado que el gobierno venezolano les ha pagado 237$ por el quintal de café, con un sobre precio de $37, por encima del mejor precio pagado por su mejor cliente, el imperio, los EEUU de Norteamérica, en Venezuela se les pagaba a los productores criollos en menos de $10 y se les estrangulaba humillantemente con la importación de café, de no se sabe cuál calidad, presunta pasilla, o sea café de desecho o contaminado.
Los caficultores venezolanos no han sabido defender el logro de 2006, cuando en sentencia del expediente 05-0367, Recurso de Amparo que tramitamos ante del Tribunal Supremo de Justicia, se creó la Jurisprudencia de que…
«LOS PRECIOS A NIVEL DEL PRODUCTOR& ; DEBEN SER INDEXADOS LOS 15 DE SEPTIEMBRE DE CADA AÑO.» CONTINUARÁ…
Por: Maximiliano Pérez
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