LA PRENSA DE LARA.- Hemos visto cómo las redes sociales se han convertido en una ola de insultos y agravios a opiniones personales de ciudadanos, periodistas, políticos, etc., tanto en Venezuela como a nivel mundial. Es decir, no es un fenómeno aislado, ya que las redes sociales cambiaron la forma de hacer llegar nuestros mensajes de una estructura piramidal, donde era muy difícil llevar un mensaje a una alta esfera como, por ejemplo, un directivo de una empresa o un presidente de algún país, a una comunicación horizontal donde nuestro mensaje puede ser visto por cualquier persona en el mundo.
La verdad es que nuestras heridas producto de la crisis económica, política y social que vivimos los venezolanos son tan grandes, que muchos consideran justo y necesario rebajar a la persona que emite una opinión diferente a la nuestra por medio de la descalificación y ataques de índole personal que caen en lo absurdo. En mi opinión, se pierde la dirección de lo que realmente se desea hacer saber y se convierte en una forma vergonzosa y deplorable de creer que se impuso la razón. Nada más lejos de la realidad.
En el caso de Venezuela, no se niega que estamos viviendo una situación desesperante, peligrosa y hasta de vida o muerte, que nos llevan al límite de la paciencia y que puede desencadenar en agresiones de cualquier tipo en contra de las personas que emiten opiniones o se relacionan con la situación legítima de lo que está aconteciendo, dejando a un lado el sentido común y la inteligencia emocional, para ser reemplazado por todo tipo de improperio, que nos puede desahogar, pero no saciar la sed que se tiene por mejorar la situación.
La importancia de estar preparado para argumentar una opinión.
Cuando uno se encuentra con una opinión o comentario que nos desequilibra, se debe analizar con la mayor amplitud posible, antes de responder lo primero que se nos ocurra sin medida.
Los problemas se resuelven muchas veces con un debate que genera ideas que aportan soluciones, y es imposible encontrar solución expresando insultos y descalificaciones que no dejan ningún beneficio.
Las personas que discuten deben saber argumentar, es decir, tener la capacidad de exponer sus ideas y planteamientos de acuerdo a la lógica, evitando las emociones, apoyada con datos comprobables, incluyendo el respeto por la opinión del contrario y eliminar del discurso la violencia verbal o escrita. Estas simples normas para debatir deberían estar arraigadas en las personas que manejen R.R.S.S., tanto para los que difunden sus opiniones, problemas o pensamientos, como para objetar lo que consideran ajeno a su realidad.
Por ejemplo, en los últimos días se ha visto en las redes sociales, la controversia generada por la opinión del periodista independiente Eduardo Rodríguez, al estar en desacuerdo con las personas que descalifican nuestro país y hacen referencia negativa. Si bien una mayoría indiscutible de comentarios está de acuerdo con el Sr. Rodríguez, se ha hecho notoria una minoría que no está de acuerdo con su postura.
Cuando argumentamos con datos sustentados, por lo general, obtenemos reacciones acordes con nuestra experiencia y también se transmite ese conocimiento a las personas que desconocían esa información, obteniendo un resultado notablemente favorable a diferencia de insultos y descalificaciones sin beneficio alguno.
Al argumentar sus ideas y pensamientos, puede dejar huella en otras personas, generando respuestas positivas para la construcción de una mejor Venezuela.
Por: Abogada Emilin Piña Mogollón& ;
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