LA PRENSA DE LARA.- El sistema educativo venezolano ha sido objeto de constantes críticas y preocupaciones de padres, representantes, estudiantes y docentes. El desmantelamiento generado en los años de la llamada revolución del siglo XXI, ha dejado a los profesionales de la docencia en situación de miseria, y la infraestructura física en colapso. La desinversión ha sido la patente de presentación del oficialismo, y los centros educativos son lugares inseguros para el proceso enseñanza-aprendizaje, poniendo en riesgo el bienestar de estudiantes y profesores. Salones sin ventanas, techos agrietados, baños en condiciones insalubres y laboratorios sin equipos funcionales son parte del menú del reclamo de los directivos y docentes para que sean revisados y subsanados en las escuelas.
El deterioro afecta la motivación de los docentes y estudiantes para asistir a los centros escolares. Los educadores han dado muestras de su compromiso y dedicación profesional, a pesar de las dificultades en las que se encuentran laborando, pero el Gobierno los desconoce, desvalorizando la profesión, obligándolos a buscar otras fuentes de ingresos y el abandono de la docencia. Los bajos salarios hacen mella en los núcleos familiares de los educadores, y sólo reciben migajas con los llamados bonos económicos, que en nada influyen en sus salarios y las prestaciones sociales. Los beneficios alcanzados a través de las discusiones de las convenciones y contrataciones colectivas han sido dejados de lado, violentando sus derechos flagrantemente, y la respuesta gubernamental es más abuso y atropello.
Las políticas públicas para el beneficio del sector educativo reflejan la presencia de lo invisible. Las dotaciones escolares sólo se presentan para la campaña publicitaria. La baja calidad de los materiales que son entregados no aguanta auditoría alguna. La educación de calidad no tiene cabida en el Gobierno nacional porque les aturde saber que la sociedad avance en la obtención de conocimiento. Saben que la educación está estrechamente ligada al crecimiento económico, al progreso social, y a la salud, por ello la minimizan y direccionan hacia el pensamiento único, con personal adaptado a sus intereses de imponer la esclavitud. Les molesta a los revolucionarios del siglo XXI que los ciudadanos tengan capacidad de tomar decisiones sobre su estilo y modo de vida. La pobreza es el arma que utilizan para alcanzar el sometimiento.
La educación es crucial para el desarrollo en cualquier sociedad que apueste a la libertad, y la formación de ciudadanos que respeten normas para la sana convivencia social. El inicio del año escolar 2023-2024 reedita los anteriores. Los reclamos a la desatención educativa ya se escuchan en los medios de comunicación y redes sociales. Los padres y representantes también sufren los embates de la crisis socioeconómica inducida por el oficialismo. La paz escolar le importa poco al Gobierno.
Escrito por: Arturo Molina
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