Andreína Rodríguez | LA PRENSA.- Betzabeth Gutiérrez salía del Hospital Pediátrico Dr. Agustín Zubillaga. Cargaba 3 bolsos grandes y caminaba despacio. A su lado caminaba su hijo menor, de tres años de edad, quien fue diagnosticado con desnutrición grave comprometiendo el funcionamiento de sus riñones.
“No le puedo comprar mucho, me mandaron a darle pollo, pescado, carne y vitaminas, pero yo no tengo para eso”, lamentó Gutiérrez, quien es madre de cinco niños dos de ellos con desnutrición.
Su rostro y andar denotaban preocupación y tristeza, pues los suplementos vitamínicos se elevan por los cielos, y las madres han dejado a un lado su uso.
Eso quedó en un segundo plano, ahora lo primordial es llenar el estómago de nuestros niños, o compras comidas o vitaminas”, agregó Zuleima Hernández, quien se encontraba con sus dos hijos.
Tras un trabajo de investigación por las farmacias de la ciudad, se puede asegurar que la escasez también es un factor de peso que aleja a las madres a adquirir estos productos.
El 70% de los locales consultados no tenían variedad de vitaminas y otros incluso no disponían de ningún tipo de suplemento.
Grecia Torrealba, madre de tres hijos declaró que es injusto e inhumano lo que viven los pequeños en Venezuela. “No es posible que los niños se enfermen por no alimentarse bien, el menor de mis hijos no ha probado nunca un complemento alimenticio, porque casi no hay variedad, los que se consiguen son muy costosos”, afirmó.
Los precios más económicos rondan el 40% del salario mínimo y algunos llegan a superar el salario integral incluso con el aumento realizado el 1ro de Mayo.
“El dinero se evapora, y las cosas se vuelven incomprables. Yo no puedo darles el lujo a mis hijos de tomar esas cosas, lamentablemente uno no gana lo justo como para poder comprar esas cosas”, complementó Hernández.
La desnutrición y la anemia son consecuencias que pueden sufrir los niños de no llevar una alimentación balanceada de acuerdo a la etapa de crecimiento en la que se encuentren.