La Prensa | El País-. ¿En qué nos fijamos a la hora de elegir un smartphone? Según Sony, en el diseño, la cámara fotográfica y la autonomía. Estas han sido precisamente las tres prestaciones en las que se ha centrado para desarrollar su nueva familia de teléfonos inteligentes, Xperia X, que reemplaza a la afamada serie Z. El primero de los modelos, con el mismo nombre, acaba de llegar al mercado para colocarse directamente entre los mejores.
El Xperia X se identifica como un terminal Sony desde el primer vistazo: líneas rectas, marcos laterales reducidos, acabado metálico… Es inevitable que todas las miradas se dirijan a su pantalla de 5 pulgadas. Y eso pese a que su resolución (Full HD) se sitúa algo por debajo de otros modelos del mercado, que ya han apostado por el 2K. Su secreto está en el panel IPS y en tecnologías de la propia marca como X-Reality y Triluminos, gracias a las cuales ofrece unos colores intensos y llamativos, un elevado brillo que facilita su visualización en exteriores y un contraste comparable con el de las pantallas AMOLED. En definitiva: una calidad sobresaliente.
Los botones físicos tienen una ubicación algo diferente a lo habitual. El cambio más significativo es el del control de volumen, que se ha desplazado hasta la mitad inferior del lateral derecho. Por debajo hay un disparador específico para la cámara y encima se encuentra el botón de encendido, apagado y bloqueo, en el que se ha integrado el lector de huellas: está justo en la zona donde se suele situar el pulgar al coger el teléfono con una sola mano, aunque es un lugar poco accesible cuando el dispositivo está apoyado sobre una mesa. Este sensor, de reducido tamaño, responde de forma realmente rápida: es necesario pulsarlo para proceder a la identificación cuando la pantalla está apagada, pero responde con sólo posar el dedo cuando está encendida.
Sólo echamos de menos una característica en lo que a su diseño se refiere: la habitual resistencia al agua que han incorporado los smartphonesestrella de la japonesa durante los últimos años. Se puede considerar, y con razón, una ausencia importante.
La cámara del Xperia X ofrece algo por lo que pocos han apostado este año: una resolución de 23 pulgadas. Gracias a ella, es posible capturar imágenes de mayor tamaño. Este sensor, además, es bastante grande (1/2,3 pulgadas) y posee una luminosidad de f2.0. Destaca por un par de características de software en las que merece la pena detenerse. Una de ellas es la presencia de un enfoque automático que predice el movimiento de los sujetos y objetos que aparecen en pantalla, de tal manera que es capaz de ajustar la velocidad de disparo para que las imágenes siempre salgan enfocadas. Se trata de una funcionalidad activada por defecto que es muy útil, por ejemplo, para fotografiar a niños o mascotas, que tienden a moverse mucho. Realmente funciona, con especial mención a las ocasiones en las que el movimiento no es muy rápido, no hay muchos elementos y se sitúan a varios metros de distancia. También es muy útil durante la grabación de vídeos, que realiza con calidad Full HD y una estabilización excelente. Sin duda, uno de los mejores modelos en este aspecto.
Una cuestión destacada es que Sony permite configurar el disparador de la cámara para que, con el terminal bloqueado, se abra la aplicación y, seguidamente, realice una fotografía o comience la grabación de un vídeo. En ambas tareas invierte menos de un segundo, sin duda, algo práctico cuando se desea tomar una fotografía inesperada. Sin embargo, el procesado de las imágenes no es tan rápido y se puede apreciar un retraso desde que se captura la imagen hasta que aparece la previsualización. En cuanto a los resultados, son bastante satisfactorios. Con el modo automático se consiguen capturas bien expuestas y colores realistas, detalladas y con la posibilidad de aplicar un interesante nivel de zoom. Su punto débil está en las escenas nocturnas, en las que aparece algo de ruido.
La que brilla con luz propia es la cámara frontal y no sólo por su resolución (13 megapíxeles) o su angular de 22 mm, que permite abrir más el campo de visión. También es la primera vez en la que este elemento cuenta con un sensor Exmor RS para baja luminosidad, que hasta ahora estaba reservado para las cámaras traseras de los modelos de la japonesa, y que consigue selfies bien iluminados en prácticamente cualquier situación. Aquí sí se nota la diferencia.