Joelis Sosa | LA PRENSA.- Lidiando a diario con los reclamos de los comerciantes de la zona y soportando el mal olor, así se encuentra Yudith Moreno, quien es la encargada de un deposito de construcción que está ubicado en la calle 21 con carreras 18 y 19, en el centro de la ciudad, pues el colapso de aguas negras que tiene más de tres meses afectando a los vecinos del sector está justo en la entrada de su lugar de trabajo.
“La gente no entiende que ese colapso no es de este establecimiento, la tubería de la calle está tapada y como el agua no encuentra por donde salir revienta aquí en nuestra boca de visita”, explica Moreno; también asegura que en diferentes ocasiones han hecho el reporte a Hidrolara, pero en ningún momento se han acercado a la zona, “la respuesta que me dan es que no tienen presupuesto”, continúa, porque asegura no entender la postura de la hidrológica del estado.
El agua recorre toda la calle 22 y baja por la carrera 18 hasta llegar a la avenida Vargas. Dueños, empleados, clientes, dueños de los comercios y quienes habitan en la zona son los más afectados porque la calle queda intransitable y el olor es insoportable.
El cruzar la calle es una odisea para muchos, porque el agua se empoza en los canales de la carrera que ya están con color verdoso y el agua negra. Miguel Arangure, otro de los consultados, que tiene un local de venta de tortas en la zona perjudicada dice que muchos de sus clientes prefieren no entrar al local por el agua empozada y el tufo inaguantable. “Este bote me ha hecho perder muchos clientes”, rezonga. Al igual que Arangure se encuentran los demás comerciantes quienes viven quejándose por el río de aguas negras que tienen en la zona y aún mantienen la esperanza de que Hidrolara repare el daño que ha dejado a más de uno sin clientela.
No es solo que el agua no deja pasar a las personas, sino que también cuando pasan los carros chispean las paredes de las casas y negocios, eso nos tiene mal”, concluye Arangure.