A. León/A. Mendoza | LA PRENSA.- La banda de el “Churrito” tiene entre la espada y la pared a los vecinos de la zona norte de Barquisimeto. La Cañada, La Peña, San Lorenzo Viejo, San Jacinto y La Cima Alta, son las comunidades donde los malandrines actúan a sus anchas y atacan a “Raimundo y todo el mundo”, según destacaron fuentes policiales.
Habitantes de La Cañada dijeron que desde las 6:00 de la tarde, cuando empieza a caer el sol, los cinco integrantes de la banda empiezan a hacer sus fechorías. El Churrito, El Cara E Vieja, El Pelón, El Menor y La Ranita someten a pasajeros de los rapiditos, rutas, mototaxis y hasta Transbarca.
Los delincuentes, cuyas edades oscilan entre los 18 y 25 años, se paran en la Licorería Tragos Express a esperar que pase la unidad de transporte. Lo detienen y al subir se hacen pasar por pasajeros o charlero, y en menos de lo que canta un gallo lanzan el quieto y ordenan a pasajeros y chofer a entregar pertenencias y dinero. Al llegar al corredor vial del Polígono de Tiro se bajan y caminan hasta la vereda 5 del sector el Policía o a Propatria donde suben el cerro y escapan de los funcionarios.
Se supo a través de los policías, que algunos choferes ya los conocen y cuando los ven en la parada no se detienen. Entonces los maleantes en la siguiente vuelta los esperan en la parada y le lanzan objetos contundentes como piedras o palos para que pierdan el control del volante y se detengan y allí aprovechan los choros y arrasan con todo.
Se conoció a través de una habitante que durante casi 30 años la zona norte estaba marcada como una “zona roja” y de peligro, pero desde hace cinco años la inseguridad se ha intensificado y el temor se apodera de quienes tienen que hacer frente a los choros.
Un trabajador informal del sector aseguró que la razón por la que no han agarrado a los delincuentes es porque los vecinos de los sectores afectados no han querido hacer las denuncias pertinentes por miedo. Además manifestó que en varias ocasiones tanto los policías como los “petejotas” se han metido en los lugares para combatir a los maleantes pero los habitantes se han mantenido callados.
Nadie los delata ni los denuncia porque les da miedo que tomen represalias”, dijo.
Las horas de la madrugada son las más críticas, pues se ven pocos vehículos o mototaxis, por lo tanto, las víctimas a esas horas son las personas que están desde temprano haciendo colas para comprar comida o esperar el camión que les surtirá de gas doméstico.