martes, 6 mayo 2025
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Cementerio de Tamaca en el abandono

Rafael Piña | LA PRENSA.–  Si darle el último adiós a un familiar es doloroso, más sufrimiento genera que para su entierro en el Cementerio Municipal de Tamaca se debe llevar desde el cemento hasta el agua para poder darle cristiana sepultura a un deudo.

Perros caminando entre las tumbas, bajo a un implacable sol y miles de lápidas rodeadas de monte es el panorama del camposanto. La soledad y el hampa reinan.

“¡Esto aquí es la locura, yo vendí muchas cosas para poder enterrar a mi padre; esos inhumanos (encargados del cementerio) me pedían una cantidad de materiales que en la suma pasaban los 50 millones de bolívares y de dónde iba a sacar ese dinero, menos mal entre la familia y amigos hicimos una vaca y pudimos comprar el cemento y eso” soltó Carmen Peñaloza quien asegura que “los directores (del camposanto) son los malandros” porque ni personal a diario hay. La mujer denunció que la alcaldía tiene olvidado los cementerios de todo Iribarren.

Lo único con que se cuenta en Tamaca para enterrar a alguien es con los obreros, pero ellos son quienes leen la “cartilla” a los familiares de una vez.

Cuentan algunas de las personas que han enterrado a sus deudos allí que antes de cuadrar los servicios funerarios, la urna y hasta avisarle a los que conocieron al difunto deben buscar los materiales para abrir la fosa y dinero en efectivo para pagarle a los obreros.

De no llevar el material los lanzan como si fuera un perro muerto en el hueco de una tierra amarilla y bajo un sol incandescente, relatan que el personal del cementerio aparece únicamente cuando se muere alguien aparecen como buitres a pescar los 3 millones que cobran por armar y enterrar el cuerpo de lo contrario ni la sombra.

Los materiales que exigen son 50 bloques, 3 carretillas de arena, 3 sacos de cemento, palas y hasta el agua porque el cementerio tiene años sin que reciba una mísera gota del vital líquido y de paso le exigen a los familiares que nos les coloquen la cruz de piedra porque se la roban a los minutos, no exigen ninguna certificación y la misma funeraria no encuentra que respuesta dar ante las miles de preguntas de los familiares.

La gente pasa roncha, desespero, angustias porque muchas veces no consiguen los materiales y los lanzan en la fosa y ya. Incluso tampoco se están consiguiendo las ataúdes, hay casos donde las personas por el tamaño del muerto no consiguen como enterrarlo porque no se consiguen el tamaño del cofre, antes la alcaldía las regalaba o se la asignaba a los cementerios municipales pero todo eso se acabó.

Muchas veces los mismos familiares deben hacer todo, abrir la fosa, colocar la urna y comenzar a echar cemento para poder darle un digno sepelio al ser querido.

De hecho el equipo reporteril de La Prensa cuando visitó el cementerio observó como la gente iba con rapidez a visitar a su familiar por lo solo del lugar y aseguran que nadie cierra el cementerio y en las noches hacen desastres desde robos, brujería e incluso van a consumir drogas. Las personas piden que la alcaldía le ponga mano dura

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