Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Los calabozos son un centro de reclusión preventiva. Un lugar donde aquellas personas que cometen un delito deben ser recluidas por un lapso no mayor de 72 horas, esto lo establece el Código Orgánico Procesal Penal Venezolano (COPP).Pero estos lugares de espacio delimitado se han convertido en escenarios que sirven de coliseo y los presos son los protagonistas.
En tres de las 15 comisarías de la Policía Estadal han muerto de forma violenta un total de seis reos hasta la fecha. A esta cifra se le suma dos menores que murieron decapitados en el Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, en El Manzano.
Por hacinamiento, riñas y comida los reos han asesinado a otros compañeros dentro de las celdas. El 12 de septiembre, a Edixon José Chirinos Chirinos (25) y a Miguel Ángel Gutiérrez Catarí (20) les cortaron la cabeza, según fuentes de otros reclusos porque ellos se fueron de soplones con las autoridades de la comandancia.
Los jefes de los 300 presos de “La 30”, al verse comprometidos, los ejecutaron y los sacaron a un pasillo de la comisaría. El 16 de octubre, Carlos Miguel Pinto Rodríguez alias el “Platanero”, un recluso del Centro de Coordinación de Torres, murió a consecuencia de varias puñaladas que le propinaron en una fuerte riña que se registró por el control del mando en las celdas que alberga un total de 123 detenidos, siendo la comisaría con mayor hacinamiento en Lara.
Por comerse la comida de otro reo, Carlos Luis Valera Aguilar (27) fue decapitado y sus órganos fueron extraídos la mañana del 14 de noviembre en la comisaría de Unión. “Batenero” es el término al que se refieren los reos cuando se roban los alimentos de otros presos.
Carlos fue decapitado y luego lo apuñalaron 20 veces en el estómago abriéndole varias heridas por donde le extrajeron sus vísceras, a las que colocaron en varias ollas de plástico para dárselas de comer a otros.
Dos días después de este crimen, en las celdas de la comisaría de Duaca, municipio Crespo, Marlon José Peralta (23) estuvo involucrado en una pelea donde resultó herido en la pierna derecha que le causó la muerte.
La madrugada del 11 de diciembre, Jesús Alexander Milán Mendoza (36) quiso tomar el control del pabellón I de la Comandancia General. Esta actitud no les gustó a los otros y por eso lo desmembraron, le cortaron los pies, los brazos y la cabeza.