William Croes | LA PRENSA.- El nuevo ajuste salarial anunciado ayer en cadena nacional por el presidente Nicolás Maduro representó un duro golpe al sector productivo del país. Industriales y comerciantes sentirán el embate en el pago de salarios, mientras que los trabajadores manifiestan que no es suficiente para cubrir sus necesidades básicas familiares, como alimentación y pago de servicios.
Se trata del cuarto aumento en el 2016, este fue de un 40 % en la escala salarial. El sueldo subió un 20 %, de Bs. 22.576 a 27.091 bolívares. Lo que representa que ahora los venezolanos ganarán 4 mil 515 bolívares más que en septiembre, lo que es equivalente a menos de dos refrescos de dos litros mensuales.
“El aumento es pura fantasía, el trabajador verá en su recibo que ganará mucho más que a principio de año, pero el sueldo real es lo que él se puede comprar en el mercado con esa cantidad de dinero”, expresa José Barroeta, economista y docente de postgrado de la UFT, quien indica que estos ajustes salariales son un indicador de que el gobierno admite que la inflación es superior a 500 %.
El trabajador pasará de ganar 752,53 bolívares a 903,03 bolívares diarios. Con lo que gana un día no alcanza para comprar un desayuno (dos empanadas y un jugo). La lectura que le da Barroeta como especialista, es que el incremento es una medida que raya en lo populista y no una verdadera solución a la crisis económica donde el sueldo sube por la escalera y la inflación por un ascensor.
El nuevo salario integral se ubica en 90 mil 811 bolívares. El bono de alimentación pasó de 8 UT a 12 UT, lo que representa un ajuste de 42.480 a 63.720 bolívares. “Es una medida que empobrece al trabajador porque el 70 % de sus ingresos se deben al ticket alimentario que no tiene repercusión alguna en sus beneficios económicos anuales”, expresa Barroeta.
El sector productivo regional (industriales y comerciantes) expresan que este nuevo ajuste tiene una incidencia negativa, puesto que las industrias operan a menos de 30 % de su capacidad instalada y los comerciantes tienen 60 % menos de inventario en sus depósitos, lo que impide que tengan suficientes ganancias para cubrir este nuevo costo.