Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- A diferencia de anteriores ceremonias católicas donde se podían observar feligreses orando con fuerza para recibir un milagro y agradeciendo por los favores recibidos durante los 12 meses del año en las que fueron programadas a partir de las 8:00 pm hubo poca o sencillamente no hubo concurrencia de personas.
Aunque se trataba de la misa de Nochebuena que se celebra en la víspera de Navidad, hubo quienes prefirieron no salir de sus casas por el desánimo que sienten debido a las numerosas dificultades económicas en el país, por el temor de andar caminando por las calles en la noche expuestos a cualquier delito o porque prefirieron no despegarse del calor familiar.
En años anteriores se podían ver parejas y grupos familiares llegando, incluso hasta hora y media antes de la eucaristía para reservar una buena ubicación de sus vehículos y dentro de los bancos de las iglesias para escuchar con mucha atención la palabra de Dios.
Esta vez no fue así. Afuera de la Catedral Metropolitana de Barquisimeto no habían carros estacionados y sólo estaba a la espera de algún cliente un señor de la tercera edad, quien aseguraba que tenía alrededor de 40 años vendiendo sus raspados allí.
Se hizo la hora prevista para la cita religiosa (8:00 pm) y apenas habían tres familias pequeñas mirando con detenimiento el pesebre, y tomándose fotografías con sus teléfonos celulares.
Casi una hora después, cuando se esperaba que el recinto estuviera al menos parcialmente lleno, seguía estando desolado.
En la iglesia Inmaculada Concepción, ubicada en la carrera 26 entre calles 26 y 27 era todo distinto, pues la concurrencia fue numerosa.
Entre los asistentes se vieron niños con sus padres tomándolos de la mano o entre sus brazos, adolescentes, personas de la tercera edad e incluso, hermanas que forman parte de la congregación Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús.
Todos estaban inspirados por los mensajes de amor, fe y esperanza transmitidos por el sacerdote, disfrutando además de los aguinaldos tradicionales que interpretaban jóvenes de una agrupación pastoral.
Culminada la misa, Richard Colmenárez expresaba su plena satisfacción de haber participado.
“Es el nacimiento de nuestro redentor, y cada vez que tengo la oportunidad no me pierdo por nada las misas”.
Pese a que el ambiente en la iglesia Inmaculada Concepción era muy agradable y reconfortante, hubo personas que tenían sentimientos encontrados.
Eso le ocurría a Miguel Ángel Canelón, quien afirmaba: “No es precisamente una noche para mí muy alegre, porque hace tres días falleció mi suegro. Él era un delirio con
Miranda, mi hija de dos años. Aunque estemos pasando por este mal momento, vine con otros familiares porque la Palabra del Señor es importante”.