Ana Uzcátegui | LA PRENSA de Lara.- El riesgo a protestar por los derechos sociales y políticos es cada vez más alto en el país, según coinciden politólogos.
Así quedó evidenciado el pasado sábado cuando colectivos armados atacaron una marcha convocada por Juan Guaidó en el barrio La Paz.
Los especialistas afirman que la movilización como presión contra el gobierno es la vía más importante para el cambio, pero acotan que el nuevo reto de la oposición es enfrentar el miedo que estos hechos puedan generar.
«Hoy la protesta es un riesgo político, pero es la única vía para defender la democracia», enfatizó Ricardo Rios, presidente de Poder y Estrategia cuando explica que lo ocurrido en La Paz no debe amilanar a ningún sector para que salga a protestar.
Acota que la acción de los grupos irregulares deja en evidencia la crisis que hay en las instituciones del país.
«Utilizan a los colectivos porque tienen un menor costo político para la FANB», advierte al mismo tiempo que argumenta que lo hecho por los colectivos contribuyen a la desmovilización de la población sobre todo «por los desaciertos que cometió la oposición en el 2019. Eso la convierte en un blanco fácil para este tipo de ataques», señala.
Piero Trepiccione, politólogo, asegura que el uso de colectivos se da por lo deteriorada que está la democracia. «Las únicas armas que tiene la oposición para defenderse de esta escalada de violencia es denunciar, exponer al escarnio público a los agresores, para que así sean aislados», indicó.
El también politólogo Doriam González, sostiene que en Venezuela existe una lucha del miedo versus la rabia.
«La historia de los colectivos no es nueva, pero la falta de recursos económicos y las relaciones que ha mantenido con grupos armados como las FARC y el ELN lo han llevado a imponer un mayor control social por la vía de la violencia. El gobierno busca el dominio del territorio pero pasando por encima del descontento ciudadano», expresó.
Trepiccione acotó que la oposición también debe mantener activa la calle para preservar la presión internacional que impulse una negociación en busca de elecciones libres.