Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La noticia no se detiene, ni siquiera por pandemia ante el covid 19. Cada día es un reto, sellado de riesgos y limitaciones que llevan a poner más empeño a los periodistas. Trabas tan comunes desde la dificultad para conseguir la información gubernamental con 189 violaciones en lo que va de 2021, según un estudio del observatorio Espacio Público. Además de horarios que se quedan cortos en las semanas radicales y hasta la disminución de equipos reporteriles en la calle por la escasez de combustible, cuando el sector comunicacional no ha tenido la prioridad para surtir. Desafíos que han forzado a la transición de lo tradicional a digital, superando las fallas de servicio con los intermitentes cortes eléctricos y deficiente conectividad para garantizar la inmediatez de la información.
Desde Espacio Público confirman que acumula 189 violaciones en lo que va de año, pertenecientes a 99 casos, entre las que destacan al menos 19 detenciones, números que evidencian una escalada en los niveles de violencia que buscan silenciar a los ciudadanos en el disfrute de su derecho a buscar, recibir y difundir información.
Al especificar con la data más reciente, arroja que solamente mayo registró 36 violaciones a la libertad de expresión correspondientes a 23 casos. Las principales causas fueron intimidación, censura y amenazas. Los periodistas, medios de comunicación y ciudadanía en general fueron las principales víctimas, teniendo como responsables a cuerpos de seguridad, instituciones del Estado y funcionarios.
Hasta abril de 2021 confirmaban el cierre de 4 medios de comunicación y para finales de mayo, el diario El Tiempo anunció que no saldrían en edición impresa, luego de 60 años de servicios. El comunicado señaló que se debe a «la falta de bolívares en efectivo, inflación desmesurada, agotamiento del papel periódico, inmedible escalada de los costos de mantenimiento de toda la maquinaria e infraestructura. Además del desabastecimiento de combustible y el covid 19, sin respuestas efectivas de los encargados de darle al país soluciones óptimas». Anzoátegui se sumó a las otras 10 regiones sin periódicos, tales como Amazonas, Apure, Cojedes, Delta Amacuro, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa, Sucre, Trujillo y Zulia.
Otra investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) Venezuela documentó entre 2019 y marzo de 2021, un total de 481 casos de restricciones y agresiones en todo el territorio nacional. Desglosa los 17 tipos de actos violentos a través de un mapa de riesgos, figurando entre los más recurrentes a la intimidación, detenciones arbitrarias y agresiones físicas.
Recuerdan aquel sábado 26 de septiembre de 2020, en el municipio Independencia del estado Yaracuy. Eran días de protestas que iniciaron en Urachiche y siguieron en los municipios Bruzual, Peña, Aroa, San Felipe, Nirgua, Cocorote e Independencia. Varios reporteros fueron agredidos con gas pimienta, mientras entrevistaban a los participantes y tuvieron que resguardarse en una casa. Fue tanta la arremetida, que desde una patrulla lanzaron una bomba lacrimógena hacia dicha vivienda.
De pies firmes
Cuando Tinedo Guía, presidente del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), recalca los retos de los comunicadores venezolanos, recuerda que las denuncias más recientes son 10 violaciones al derecho a la información del 7 al 13 de junio de 2021. También lamentó los 4 años que se cumplieron del cierre de la estación ULA Tv, como un canal informativo de la Universidad de Los Andes y el embargo al diario El Nacional, con un monto triplicado de una demanda, sin contemplar cómo se sacrifican empleo y se limita a un formato digital.
«El ejercicio periodístico en Venezuela es muy difícil de realizar, desde lo más cotidiano y para mantener esa función social», recalca y compara a estos profesionales como las bisagras necesarias para indagar y desnudar las mentiras que dan con la realidad.& ;
Se arriesga mucho y eso también lo confirma Aura Rosa Matheus, desde CNP Lara, ante los obstáculos para conseguir los datos en los organismos públicos. «La noticia no se detiene y la pandemia deja menos opciones que pueden hacer casi imposible este tipo de trabajo», señaló.
Ubica la situación en Lara, como similar al resto del país, con la disminución de equipos en la calle, bien sea por la migración de medios tradicionales a digitales, ante la coyuntura país. También se queja de la falta de prioridad para surtir combustible al sector comunicacional, lo cual sólo se cumplió en los primeros meses de contingencia. Además de estar ante un campo limitado para las nuevas generaciones, sin tantas ofertas de empleo ni la misma dinámica de la cobertura noticiosa en la calle.