LA PRENSA DE LARA | EFE.- Un grupo de opositores exigió este sábado a las autoridades de Panamá brindar el «mayor apoyo consular y humanitario» posible a migrantes venezolanos involucrados en el accidente de autobús ocurrido el miércoles en la provincia panameñ;a de Chiriquí, en el que viajaban 11 personas provenientes de Venezuela, y que dejó, al menos, 39 muertos y más de 20 heridos.
«Exhortamos a las autoridades panameñ;as a brindar el mayor apoyo consular y humanitario a nuestros compatriotas involucrados en el lamentable accidente que registró más de 30 personas fallecidas», reza el comunicado emitido del grupo de opositores enviado a Panamá. El grupo está conformado por exdiputados electos en 2015 que mantienen un parlamento paralelo en rechazo al Legislativo actual, de mayoría oficialista.
De momento, se desconoce la identidad de la mayoría de las víctimas mortales y el estado de los venezolanos que viajaban en el autobús.
Responsabilizan a Nicolás Maduro
Los opositores acusaron al gobierno de Nicolás Maduro de haber originado «una tragedia migratoria» con «la aplicación de sus políticas inhumanas, las cuales han causado que más de seis millones de venezolanos hayan tenido que huir del país por la pobreza, la falta de oportunidades y la continua violación de sus derechos humanos».
El gobierno de Panamá indicó que en el autobús viajaban 66 personas migrantes: 22 de Ecuador, 16 de Haití, 11 de Venezuela; 6 de Brasil, 5 de Colombia, 2 de Camerún, 2 de Cuba, 1 de Nigeria y 1 de Eritrea. En total viajaban 20 menores de edad: 12 niñ;os y 8 niñ;as.
El Ejecutivo panameñ;o dijo el jueves que se trabaja «arduamente» para identificar a los fallecidos y heridos. Una labor complicada por la «condición en que quedaron los cuerpos», agregó.
El accidente
El siniestro ocurrió alrededor de las 4.00 hora local (9.00 GMT) del miércoles en Gualaca, un área de la provincia occidental de Chiriquí, situada a unos 450 kilómetros de la capital panameñ;a, cerca de la frontera con Costa Rica.
Panamá recibe a los migrantes irregulares que cruzan la selva del Darién, la frontera natural con Colombia, en estaciones de recepción migratoria (ERM). Allí toman sus datos biométricos y les dan asistencia de salud y alimentación. Posteriormente, los trasladan en buses, con un pasaje costeado por ellos mismos, hacia la frontera con Costa Rica para que sigan su camino hacia Norteamérica.