Luis Felipe Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- La Misión de Determinación de los Hechos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) detalló en su informe sobre Venezuela los tipos de tortura de los cuales fueron víctimas distintas personas que se encuentran pagando condena en diferentes prisiones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim).
El organismo comentó que en base a la examinación de los casos, se determinó que los organismos del Estado han aplicado:
– Golpes fuertes con bastones y objetos afilados, dejando marcas visibles, huesos rotos y órganos dañados.& ;
– Esposas excesivamente apretadas que provocan cortes en las muñecas.
– Asfixia con bolsas, sustancias tóxicas y en agua.
– Amenazas de muerte o amenazas de violencia adicional.
– Posiciones de estrés conocidas como «el pulpo» y «las crucifixiones».
– Condiciones de luz constante, aislamiento en cuartos oscuros durante días, prohibición del uso o el acceso a los baños, mantener el/la detenido/a con ojos vendados.
– Violencia sexual y bajada en género, incluyendo desnudez forzada, amenazas de violación y violación.
– Cortes y mutilaciones incluyendo en la parte inferior de los pies y las uñas.
– Choques eléctricos en partes sensibles del cuerpo (incluyendo genitales).
– Privación de comida y agua, comer del suelo, alimentación forzada de heces.
– Tortura psicológica, incluyendo amenazas de muerte a la víctima y a sus familiares.
– Desnudez forzada. Incluso en habitaciones mantenidas a temperaturas extremadamente bajas.
Agregaron que los detenidos sugieren que este tipo de acciones fueron llevadas a cabo con el fin de obtener una confesión, información sobre otras presuntas conspiraciones y simplemente castigos.
A su vez, pretendían extraer contraseñas telefónicas y de redes sociales, además obligaban a un individuo a incriminarse a sí mismo o a otras personas, en particular líderes opositores de alto perfil.
Las declaraciones que se obtenían solían ser grabadas en audio o vídeo, y en algunas ocasiones, se retransmitían en televisión. Las personas detenidas debían grabar un audio o vídeo de Whatsapp varias veces hasta que el agente quedara satisfecho.
& ;La comisión estudió las torturas en 90 personas, divididas entre militares y civiles, quienes alegaron haber sido víctimas de estas agresiones, en su mayoría por parte de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim).
Subrayaron que la ONG Foro Penal ha contabilizado 250 casos de torturas de disidentes militares y asociados entre 2014 y 2020.
A su vez, hicieron saber que algunos de estos actos provocaron lesiones físicas graves y/o permanentes, y es que añaden que hay personas que tuvieron perdida de funciones sensoriales o motoras, lesiones reproductivas, sangre en la orina y costillas rotas, además de traumas psicológicos graves.
Según denuncian, los custodios masculinos amenazaron con violar a los detenidos con palos y bates, mientras que parientes femeninas eran llevadas a casas clandestinas donde eran agredidas sexualmente y/o torturadas con asfixia, golpes y descargas eléctricas,
Una de las prácticas que fueron aplicadas en la DGCIM fue una que llamaron «dar la teta», la cual consistía en golpear a los presidiarios con un bastón que tenía la palabra «teta» escrita.
La organización define la tortura como un acto que causa dolor o sufrimiento grave, ya sea físico o mentas. Asimismo, detallan que para ser considerado como «tortura», estos actos deben ser infligidos internacionalmente, cometidos con un propósito específico e involucrar a un funcionario público, ya sea directa o indirectamente.
En el caso de los reclusos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), comentaron que en ocasiones perdieron la noción del tiempo pues no tenían siquiera un reloj, por lo que esperaban el sonido del Metro de Caracas para calcular la hora.
Apuntaron que cinco testigos, dijeron que funcionarios del cuerpo de seguridad involucraron a detenidas en actos sexuales a cambio de bienes y privilegios como permitirles salir de las celdas a cambio de ser sus «novias».
El exdirector del SEBIN, Christopher Figuera, declaró a la Misión que el presidente Nicolás Maduro era quien decidía quienes serían las personas torturadas, las que permanecerían detenidas y quienes serían liberadas.